Ellos no lo sabían, pero su viaje cambiaría el rumbo de la historia de manera irreversible. El que había de ser uno de los viajes más trascendentales de la historia empezó a tomar forma el 22 de mayo de 1492, cuando llegó al puesto de Palos de la Frontera, en Huelva, una carta de los Reyes Católicos en la que se le ordenaba a la municipalidad contribuir con dos embarcaciones a la expedición.
Los principales conocimientos de Colón sobre el viaje y las distancias que recorrerían se basaban en dos hechos: uno cierto, la esfericidad de la Tierra, y otro erróneo, el tamaño de la misma. De este modo, Cristóbal Colón pensaba que nuestro planeta tenía una circunferencia ecuatorial de unos 30.000 kilómetros, es decir, unos 10.000 menos de los que en realidad tiene.
A principios de octubre se vieron bandadas de aves, y la noche del 11 al 12 de octubre se dio el ansiado grito de “¡Tierra!”. Era la isla de Guanahaní, bautizada por Colón como San Salvador e identificada con la actual Watling, una de las Bahamas. El navegante siguió su periplo por las islas de este archipiélago -Santa María de la Concepción (Rum Cay), Fernandina (Long Island), Isabela (Crooked Island), etc.- antes de arribar a Juana (Cuba) el 28 de octubre. El 6 de diciembre llegó a La Española. El día 24 del mismo mes la Santa María encalló a la altura del actual cabo Haitien y sus restos sirvieron para construir un pequeño fuerte, bautizado como Navidad.
Por fin, el 16 de enero de 1493 Colón ordenó el regreso. Tras superar las Azores y después de una breve escala en Lisboa, la armada fondeó de nuevo en Palos de la Frontera el 15 de marzo. Una aventura que abrió las puertas de América a los europeos. Una peligrosa empresa que cambió el mundo, que cambió la historia para siempre.
¿Cristóbal Colón realmente descubrió América?
Cristóbal Colón no descubrió América. Ese podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Una miríada de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales. Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.
A lo largo de nuestra formación académica se nos ha dicho que el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón fue quién descubrió América cruzando el Atlántico en sus tres barcos: La Niña, La Pinta y La Santa María. Sin embargo, algunos historiadores y geógrafos han comentado que él no fue el primero en llegar al “Nuevo Mundo”.
El Día del Descubrimiento y la Raza, el Día de la Raza y la Hispanidad, el Día de la Raza y el Día de la Fiesta Nacional son algunos nombres con los que comenzó a conmemorarse de manera oficial esta fecha en España, Colombia, Costa Rica, Argentina, México y otros países de habla hispana.
Colón partió de España con tres barcos y una tripulación de cerca de un centenar de hombres. El viaje se realizó con la inversión económica de Isabel de Castilla, algunos integrantes de la nobleza, comerciantes y magnates de la época.
El 12 de octubre de 1492, Colón llegó a lo que hoy conocemos como América, al encontrarse con las Antillas, y desembarcar en la isla de Guanahaní, misma que él bautizó con el nombre de San Salvador. Posteriormente, arribó a los actuales territorios de Santo Domingo y Cuba.
No obstante, el término “descubrimiento de América”, se ha cuestionado por múltiples investigadores e historiadores que encuentran en la denominación una grave problemática, pues reduce, simplifica o invisibiliza la complejidad de las relaciones sociales y de poder que surgieron con la venida de los españoles conquistadores. Al mismo tiempo, suprime la validez y la existencia de una historia, un territorio y una civilización previas a su llegada.
Miguel León-Portilla, investigador e historiador mexicano fallecido el 1 de octubre de 2019, es uno de ellos. Él señala en su texto Encuentro de dos mundos, presentado en 1992, que “los indígenas del continente que habían permanecido desconocidos para los europeos, sólo entran en escena cuando ocurre que ‘son descubiertos’, ‘son conquistados’, ‘son cristianizados’ y son ‘colonizados’”.
Casi cinco siglos antes llegaron los vikingos.
Hacia el año 1000, Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, descubrió nuevas tierras al oeste de Groenlandia. Fueron las de Helluland, Markland y Vindland que se supone estaban en el noreste de los Estados Unidos actuales. Finalmente, Thornwald, hermano de Erik, realizó un intento colonizador en la zona los años 1004 y 1005, seguido por Thorfin Karlsefni en 1010.
Los vikingos no encontraron gran diferencia entre Vindland (desembocadura del San Lorenzo) y Groenlandia, por lo que se replegaron a este último lugar convencidos de que el primero era una isla inhóspita. Esta retirada se sitúa hacia el año 1016. Las colonias de Groenlandia perduraron, en cambio, hasta el siglo XV. De la colonización vikinga en América no quedó el menor rastro capaz de influir luego en los descubrimientos posteriores”. Fuente: Manuel Lucena S., Descubrimiento de América, Ed.Anaya, Madrid, 1988, págs.11-12.
Con información de: NATIONAL GEOGRAPHIC, infobae y www7.