El jueves 3 de junio, acompañado por el general Manuel Diéguez, Obregón llegó al cuartel general de Murguía en Santa Ana del Conde, para informarlo que estaba dispuesto a emprender un ataque general contra los villistas.
Los villistas se enteraron de la presencia de Obregón en la hacienda y comenzaron a bombardear la finca. Para neutralizar aquel peligro Obregón ordenó a los generales Murguía y Castro que salieran con mil jinetes para tratar de terminar el bombardeo.
Obregón abandonó su punto de observación y caminaba por el patio de la hacienda cuando una granada cayó en su posición, destrozándole el brazo derecho.
Faltaban unos 25 metros para llegar a las trincheras, cuando, en los momentos en que atravesábamos un pequeño patio situado entre ellas y el casco de la hacienda, sentimos entre nosotros una súbita explosión de una granada, que a todos nos derribó por tierra. Antes de darme cuenta exacta de lo ocurrido, me incorporé y entonces pude ver que me faltaba el brazo derecho, y sentía dolores agudísimos en el costado, lo que me hacía suponerlo desagarrado también por la metralla…”: Álvaro Obregón.
Obregón estuvo a punto de suicidarse
Al percatarse de la mutilación, Obregón tomó con la mano izquierda una pistola “Savage” y se disparó en la sien, pero no había bala en la recámara, pues su ayudante el día anterior la había limpiado, y el teniente coronel J. M. Garza le arrebató el arma. Obregón fue conducido inmediatamente al campamento de la Estación Trinidad, donde fue operado.
El general Álvaro Obregón, podría haber sido recordado como “El manco de Santa Ana”, pero se evitó cualquier alusión al ex presidente de México, Antonio López de Santa Anna. Por esa razón, la historia quedo inexacta la referencia de “el manco de Celaya”.
Jefes constitucionalistas toman la ofensiva
Después del percance de Obregón, se reunieron los generales Hill, Murguía, Castro y Diéguez, y en común acuerdo decidieron atacar la ciudad de León de inmediato.
El sábado 5 de junio de 1915, a las cinco de la mañana, el general Rómulo Figueroa, con una columna de dos mil hombres, se dirigió sobre el flanco derecho de la División del Norte, siendo el ataque tan resuelto que los villistas sufrieron grandes pérdidas.
Francisco Villa no hace caso a Felipe Ángeles
En el plan villista había un punto débil que había detectado el general Felipe Ángeles. Al rodear las fuerzas de Obregón y tomar Silao, la retaguardia quedaba sin hombres de reserva, quedando expuestos a una contraofensiva del Ejército Constitucionalista.
La línea de la División del Norte se quebró y una brecha de once kilómetros quedó abierta hacia León. La brigada de los hermanos Cedillo cedió y sus hombres se retiraron. Sin fuerzas de reserva, las fuerzas villistas no pudieron taponear el enorme hueco.
Mientras tanto, el general Felipe Ángeles, comunicó a Francisco Villa el desmoronamiento de la línea de fuego y se dio la orden de replegarse.
Los constitucionalistas avanzan hacia el cuartel villista
A pesar de las cargas de caballería de Canuto Reyes y el constante fuego de la artillería villista, las fuerzas constitucionalistas del general Murguía avanza inexorablemente hacia el cuartel villista en León. Al alcanzar Murguía la hacienda el Resplandor, Benjamín Hill ordenó el avance de sus hombres hacia León.
Hacia medio día del 5 de junio de 1915, Murguía estaba a las puertas de la ciudad de León. Los villistas se replegaron hasta la línea del ferrocarril León-Aguascalientes, donde se atrincheraron.
Francisco Villa se ve estupefacto porque mientras obtiene un triunfo en Silao, el grueso de sus tropas es destrozado en León, y se ve precisado a dar un gran rodeo para evitar ser atacado, y toma rumbo a Aguascalientes. Los villistas al mando de Calixto Contreras, decidieron resistir y se internaron en el centro de León, de donde fueron expulsados tras tres horas de combate.
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