5 de mayo de 1862, Batalla de Puebla

En 1862, la situación de México era crítica, recién se había perdido la mitad del territorio, acababa de suceder la Guerra de Reforma, la cual había dividido al país entre liberales y conservadores.

Debido a los conflictos, gran parte de México estaba destruida y sumergida en la pobreza. El 70% de los recursos económicos se iban al pago de deudas externas que tenía con tres potencias europeas: España, Inglaterra y Francia.

El presidente Juárez tomó, entonces, una decisión determinante: México suspendería los pagos de la deuda externa para poder reconstruirse.

Ante ello, la reina de España, Isabel II; el emperador de Francia, Napoleón III y Victoria, reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda; suscribieron un acuerdo diplomático, conocido como la convención de Londres, por medio del cual las potencias europeas movilizaron a sus mejores tropas hacia México.

Estando aquí, Juárez invitó a los representantes de esas naciones a dialogar y llegar a un acuerdo. Por medio del Acuerdo de la “Soledad”, España e Inglaterra optaron por retirar a sus tropas. Sin embargo, los franceses, dando por sentado que ganarían, decidieron permanecer en México y concretar la invasión.

El avance de las fuerzas francesas comandas por el General Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, provocó la movilización de las tropas mexicanas. El General Ignacio Zaragoza quien ostentaba el cargo de General en Jefe del Ejército de Oriente, decidió concentrar sus fuerzas en la Ciudad de Puebla y ponerla en estado de defensa, con el objetivo de enfrentar en ese lugar a las fuerzas invasoras.

Las tropas mexicanas estaban conformadas, principalmente, por voluntarios. Esos voluntarios eran, en su mayoría, personas que nunca habían utilizado un arma, es decir, sin instrucción militar alguna. Por otra parte, el ejército francés estaba conformado por veteranos de guerra que habían luchado en guerras tan trascendentales como la de Crimea.

El combate

A las 9 de la mañana del 5 de mayo de 1862, con el disparo de un cañón mexicano dio inicio una de las jornadas más gloriosas que registra la historia de México. El mando francés concentró su esfuerzo en el Fuerte de Guadalupe, por lo que lanzó un primer embate a este punto. A pesar de la superioridad en armamento de las fuerzas de Lorencez, estas fueron detenidas por las tropas nacionales. El ataque francés hacia el Fuerte de Guadalupe se repitió dos veces más, sin embargo los soldados mexicanos lograron rechazarlos en ambas ocasiones y provocar con ello la retirada francesa.

El arrojo, valentía y patriotismo mostrado por los hombres comandados por el General Zaragoza hicieron que este hecho de armas sea un símbolo de defensa de la soberanía e independencia de nuestra nación. En aquella gloriosa jornada, las armas del Supremo Gobierno se cubrieron de gloria ya que el mejor ejército del mundo fue derrotado por los primeros hijos de México.

Mensajes sobre la victoria:

El militar Miguel Blanco Múzquiz, Secretario de Guerra y Marina proclamó ante la victoria:

“¡Honor a los valientes soldados de la República! El supremo gobierno ha quedado sumamente complacido por la jornada de hoy, memorable e inmortal en los fastos de nuestra historia; pero particularmente por la heroica defensa de los cerros de Guadalupe y Loreto, donde el invasor y los libres han sellado con su sangre, aquellos su desengaño, y éstos su fama imperecedera. ¡Bravo, valiente general en jefe y todos sus dignos compañeros! ¡Bien, soldados de la libertad y del progreso! La nación os debe mucho, y sabrá amaros y recompensaros como merecéis. Si la jornada termina tan gloriosamente como comenzó y ha seguido, nada quedará que desear al supremo gobierno”.

El general en jefe, Ignacio Zaragoza comunicó directamente al presidente de la República el éxito de la jornada:

Las autoridades no fueron los únicos partícipes del contenido de estos telegramas, también fueron conocidos por el pueblo gracias a que ese mismo día fueron publicados en alcances extraordinarios, por la prensa capitalina y nuevamente reproducidos en su edición regular de los días siguientes a la batalla.

Fuentes: SEDENA, Forbes, INEHRM.

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