La Pejestapo

El sábado 27 de octubre, despertamos con la noticia de que doña Irma Eréndira Sandoval, futura Secretaria de la Función Pública, planea crear una ley para dar protección y estímulos a los ciudadanos que alerten de manera “interna” (anónima) casos de corrupción. Entre otros medios que retoman el asunto, el periódico El Universal señala que se busca “proponer una ley o un marco legal que dé protección a ciudadanos, protección y estímulo a los denunciantes alertadores de la corrupción”.

El primer punto que se me viene a la mente es que ya existe una ley de protección de testigos, llamada “Ley Federal para la Protección a Personas que Intervienen en el Procedimiento Penal”, vigente desde hace años, que si bien no es perfecta, si es mejorable.

Luego pienso lo peligroso de la propuesta, ya que crear una nueva ley al respecto, dadas las condiciones del legislativo, permitiría a Morena hacer una ley a modo. Que quiere decir esto? Bueno, pues que el presidente Andrés Manuel López Obrador propondrá algo y que sus diputados y senadores lo autorizaran sin chistar, aún siendo algo que vaya en contra del ciudadano y de la unidad como nación, y que claramente podría beneficiar a sus intereses partidistas o personales.

Una nueva ley en este sentido sería claramente un arma de dos filos, ya que si bien el denunciar los delitos es obligación de todos los ciudadanos, sus criterios para definir corrupción e impunidad pueden ser fácilmente manipulables, y llevar a una situación parecida a una “cacería de brujas”, al ofrecer anonimato a cualquiera que ponga la denuncia, y a caer en excesos, de manera similar a lo que ocurría en la Edad Media en las Repúblicas Italianas, donde a través de una carta anónima, cualquiera podía culpar a otra persona de herejía o de actos contra la ley, aún sin ser verdad, y la autoridad tenía la obligación (y en algunos casos la gran oportunidad) de investigar y hasta juzgar a los inculpados, llegando en algunos casos a la confiscación de sus bienes y hasta a la pena de muerte.

Situaciones parecidas se dieron en los regímenes totalitarios del siglo XX, como la Italia de Mussolini, el Pol Pot de Camboya, las naciones comunistas de Europa del Este y la Unión Soviética, donde cualquiera podía denunciar a un enemigo, vecino, o familiar, aduciendo que estaba en contra del régimen, y esto bastaba para comenzar la persecución.

El ejemplo más cercano a México lo tenemos en la Cuba de Castro, donde en 1960 se crearon los “Comités de Defensa de la Revolución” (CDR), que según el gobierno cubano habían sido formados para asegurar la defensa de los principios revolucionarios. Lo anterior, según la activista cubana Gladis Linares, dio pie a excesos y construyó “barreras irreconciliables entre los ciudadanos cubanos, pues la organización dio cabida a la envidia, al oportunismo, al odio, a la chivatería, a la doble moral, y fue ahí cuando comenzó a germinar como hierba mala la pérdida de valores espirituales y morales.”

¿A qué me refiero? A que el oportunismo y la mala fe en una sociedad tan polarizada como la nuestra, lleven a perseguir inocentes por el simple hecho de recibir una denuncia, que además será remunerada.

La propuesta de Irma Sandoval va en contra de todo lo proclamado por su líder, que vende el discurso del “pueblo es bueno”, ya que con esta ley están desdiciéndose al obviar que existe un “pueblo bueno” y un “pueblo malo”, pero sobre todo, que el primero debe denunciar al segundo, porque es lo mejor para todos.

Leí en redes el comentario de que “un país con valores y a favor de la honestidad no debe recibir “remuneración” para que delaten a los corruptos”, lo cual creo que es más que cierto. De aprobarse esta ley se estaría dando pie a la creación de lo que llamamos LA PEJESTAPO (término derivado de la “Gestapo”, la policía secreta de la Alemania nazi), con todas las consecuencias que esto puede implicar en cuanto a persecuciones, malos entendidos, abuso de poder, hacer que paguen inocentes, y pronunciar la ya de por sí, casi infranqueable división de la sociedad mexicana. Para terminar, quiero enfatizar que este hecho es un paso más hacia el establecimiento de un régimen totalitario, lo cual me alarma enormemente como padre de familia y como ciudadano comprometido.

Aunque aún me queda la confianza de que “el pueblo bueno” no es un “pueblo tonto”, y que tarde o temprano despertará del sueño en el que han sido inducidos por Morena, las expectativas no son positivas, y podemos llegar a ser la Venezuela del Norte, claro… si nos mexicanos lo permitimos.

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