El día en que robaron el cadáver de Charles Chaplin

El 16 de abril de 1889 nació en Londres Charles Chaplin, uno de los grandes mitos del mundo del cine. Falleció a los 88 años de edad, pero increíblemente su historia no termina ahí, siguió dando de qué hablar al morir.

El robo

Podría ser una escena de una película de terror de serie B, pero ocurrió hace 42 años, en el cementerio de Corsier-sur-Vevey (Suiza). Tras horas de búsqueda en la oscuridad bajo la lluvia (que caía en horizontal por las fuertes rachas de viento), los dos hombres dieron con su objetivo: una lápida blanca que destacaba entre las más de 400 anónimas con la siguiente inscripción, “Charles Chaplin 1889-1977”.

A principios de marzo dos hombres entraron al pequeño cementerio y hurtaron el ataúd con sus restos.

 

A continuación, los dos hombres pasaron un par de horas cavando la tierra aún fresca (Chaplin había sido enterrado el 27 de diciembre de 1977, dos días después de su muerte), cargaron el ataúd en su furgoneta y huyeron sin ni siquiera molestarse en rellenar el hueco. Horas después, los policías encontraron el hoyo donde se encontraba el féretro.

Pero la realidad, por una vez, no superó a la ficción y la resolución del crimen acabó siendo mucho más vulgar, mundana y delirante que cualquier fascinante teoría de la conspiración. Los tipos que perpetraron el robo del ataúd resultaron ser dos ladrones de poca monta, tan inexpertos y desesperados que primero pidieron un rescate y luego se pusieron a regatear el precio.

Primero pidieron 600.000 francos suizos (poco más de medio millón de euros). La viuda de Charles Chaplin, Oona (con la que tuvo ocho hijos, era la hija del dramaturgo americano Eugene O’Neill), se negó a ceder y declaró que su marido “habría encontrado toda esta situación ridícula”. Entonces los secuestradores probaron con un cambio de moneda, no fuera a ser quizá que el problema fuese la divisa, y pidieron 600.000 dólares americanos (485.000 euros).

Luego de días de investigación lograron dar con los rateros Roman Wardos, un polaco de 24 años, y posteriormente a su cómplice Gantscho Ganev, un búlgaro de 38.

 

Estos dos mecánicos confesaron que, apurados por su precaria situación económica, le habían estado dando vueltas a la idea de cometer un crimen que solucionase sus problemas sin usar la violencia. Y cuando un día estaban leyendo el periódico, se encontraron con la noticia de que alguien había robado un cadáver en Italia y había pedido un rescate a cambio de devolverlo. Y de ahí cogieron la idea: robarían el cadáver de Chaplin. Donde cualquier otra persona vería un suceso escalofriante, Wardos y Ganev vieron una oportunidad de forrarse.

Esta extraña historia fue como la última escena de una loca película. Después de eso, el genio de la industria del cine por fin pudo descansar en paz.

Su biografía

Con el nacimiento de Charles Chaplin en abril de 1889 en la capital inglesa, lo hacía al mismo tiempo Charlot, el entrañable vagabundo de modales refinados que, vestido con pantalones bombachos, grandes zapatos, un bastón y un bombín, guardaba en su interior un corazón lleno de humanidad.

La infancia de Chaplin estuvo marcada por una grave desestructuración familiar. Su padre, que era alcohólico, abandonó a la familia cuando él tenía tres años y su madre, Hannah, una actriz de music hall, se vio obligada a sacar adelante ella sola a sus hijos. Pero los fracasos en su profesión y la falta de recursos económicos empezaron a afectar a la salud mental de Hannah, y durante un tiempo los niños tuvieron que vivir en un asilo, donde Charles sufrió las burlas de otros niños. Poco a poco, el estado de Hannah fue empeorando y tuvo que ser internada en un frenopático. En 1897, el joven Chaplin se unió a un grupo de actores juveniles aficionados que hacían giras por los pueblos, y más tarde formó parte de otras compañías ambulantes profesionales, aunque muy modestas. En 1898, ya era un experto actor infantil.

 

La creación de su personaje

Con 20 años, Charles Chaplin cruzó el Atlántico para probar fortuna en Estados Unidos, enrolándose en la troupe de los estudios Keystone. Fue entonces, en el rodaje de la película Aventuras extraordinarias de Mabel, estrenada en 1914, cuando, de forma improvisada y apresurada, surgió el personaje de Charlot. Éste se presentó al mundo del cine ataviado con la ropa que lo haría famoso y lo convertiría en una estrella.

A partir de entonces, Charlot participó en docenas de películas que permitieron a Charles Chaplin, de una forma sutil e inteligente, hacer una crítica de la desigualdad social imperante en su tiempo. Esta crítica culminaría en 1936 con Tiempos Modernos, película en la que Chaplin deleitaría al espectador con la última aparición de Charlot en pantalla.

Con el estallido de la segunda guerra mundial y la consiguiente invasión alemana de Europa, Charles Chaplin, ya sin bombín, se viste de un humilde barbero judío que, amnésico tras un accidente de avión, se convierte en Adenoid Hynkel, un dictador fascista que inicia la persecución del pueblo judío, a quien considera responsable de la situación de crisis que vive el país. La película alcanza su punto álgido con el discurso final, en el que Chaplin denuncia no sólo el nazismo, sino también el antisemitismo y la intolerancia en general.

Fuentes: National Geographic, Excélsior, El País.

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