Un 19 de noviembre de 1984, el cielo de San Juan Ixhuatepec o San Juanico, una colonia del Estado de México, se iluminó súbitamente. La causa fue un incendio que inició cerca de las seis de la mañana en una planta de gas de Petróleos Mexicanos (Pemex). Esto comenzó una cadena de explosiones. El fuego de la primera, según reportes, alcanzó los dos kilómetros de altura. En medio de la oscuridad de la madrugada, una luz parecida a la del sol despertó a las familias de la localidad.
El fuego devastó la zona, la desapareció de la tierra. En el momento, según la cronología que Eduardo Barceló hizo en el texto “El infierno tiene nombre… San Juanico”, en muchas casas, los habitantes murieron en el instante. Otros tantos, huyeron despavoridos en busca de un lugar en donde el calor no fuera extremo, un sitio en donde los tanques de más de 300 toneladas convertidos a proyectiles que caían del cielo rojo no representaran un peligro.
Durante los 50 minutos posteriores a la primera explosión, más de 10 estallidos cimbraron el área y a las siete de la mañana, en la radio se informaba acerca de la destrucción de 600 casas en la colonia.
Testimonio de Hermelinda Gómez Cruz
Sobre este hecho, el escritor y periodista, Carlos Monsiváis, recogió el testimonio que Hermelinda Gómez Cruz, una secretaria de 19 años, dio para una estación después de ese momento:
“Toda la colonia parecía un gran infierno. Yo me había dado cuenta de cuatro o cinco explosiones. En mi casa todo se había sacudido; escuché gritos de mi mamá, de mi papá, de mis hermanos y mis tíos, éramos nueve en total. No podía darme cuenta de nada, sólo veía que todo el mundo corría; era de madrugada pero la luz del fuego era tan intensa que parecía como si fuera el mediodía”.
“Me tapé como pude con una cobija y salí a la calle; afuera todo era correderos y alaridos; entre las explosiones y el fuego se escuchaba algo así como el ruido de un avión, creo que era el gas que se salía; comencé a caminar porque no se me ocurría otra cosa, tropecé con algo que casi me hizo caer cuando advertí que era un cuerpo en la banqueta y sentía que olía a carne quemada, me sacudí de miedo y me volví loca”.
Las sofocantes llamas y el peligro se convirtieron en sus acompañantes hasta que unos “ambulantes” la encontraron y la llevaron a la Villa de Guadalupe. Sobre su familia, la joven declaró que jamás los encontró. Los buscó en las listas de heridos que las autoridades puso a disposición de la población, pero no dio con ellos: “Yo creo que todos murieron. Después quise ir a la casa, pero unos soldados no me dejaron acercarme”.
¿Cómo ocurrió la explosión?
Alrededor de las 5:30 de la mañana se rompió una tubería, lo que originó una fuga de gas. Diez minutos después se originó un incendio, pues el gas fue alcanzado por una chispa.
Cerca de las 5:45 am se tuvo registro de la primera explosión de contenedores popularmente conocidos como “salchichas”, la segundo explosión fue dos minutos después, y ambas se caracterizaron por su violenta expansión.
De manera inmediata las casas de los alrededores, que eran muchas, la mayoría construcciones sencillas. Se sabe que, al menos, alrededor de 6 manzanas a la redonda quedaron destruidas.
Las primeras rondas de auxilio, patrullas, bomberos y ambulancias comienzan a llegar a la zona. Apenas pasadas las 6 de la mañana se podía ver a algunos vecinos huir de la zona.
La ayuda llegaba, sin embargo, el peligro seguía latente, debido al calor, las salchichas continuaban explotando y salían disparadas.
Una nueva explosión
Con todos los servicios de emergencia laborando, una nueva explosión sacudió a San Juanico, fue letal.
La Basílica de Guadalupe y el Instituto Politécnico Nacional (Zacatenco), acondicionaron albergues temporales.
Fue hasta cerca de las 23:00 horas que el fuego fue controlado, pero no sofocado.
El gas que se almacenaba en las instalaciones de Pemex en San Juanico, provenía de las refinerías de Poza Rica, Minatitlán, Coatzacoalcos y Azcapotzalco, se almacenaba en dos esferas, cada una con capacidad de 15 mil barriles de gas butano, y en 22 tanques salchicha, de acuerdo con lo escrito por Carlos Monsiváis.
Después de 48 horas, cerca de 200,000 personas fueron desalojadas del área, no obstante, detrás de ellos dejaron sus hogares devastados, hechos ceniza.
Según los recuentos vecinales, el número de víctimas mortales fue de entre 800 y mil personas, pero las cifras oficiales declararon que habían sido únicamente 500, así como algunos lesionados. En este sentido, un sector afectado que no suele tomarse en cuenta fueron los miles de damnificados que se vieron en la obligación de reubicarse en el Valle de Anáhuac.
El TRI compuso una canción donde se recuerda lo acontecido:
Fuentes: El Heraldo de México, Infobae.