Bombardeo en Hiroshima

El 6 de agosto de 1945, un avión de la fuerza aérea estadounidense dejó caer sobre Hiroshima, al sur de Japón, la primera bomba atómica de la historia. Se cree que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión, en tanto otras setenta mil fueron muriendo en los días y las semanas siguientes, por los efectos de la radiación.

El hecho que marcó un antes y un después en la historia mundial ocurrió en 1945 y se enmarca en uno de los mayores escenarios de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y Japón llevaban cuatro años enfrentados en la Guerra del Pacífico.

El 26 de julio de ese año el presidente de EE.UU., Harry Truman, había lanzado un ultimátum contra los japoneses, a quienes les exigía una “rendición incondicional”, de lo contrario, les esperaba “una destrucción rápida y absoluta”.

Aunque la advertencia no expresaba el uso de bombas nucleares, sin embargo, eran parte del arsenal que EE.UU. tenía listo como parte de su estrategia para zanjar el conflicto.

En 1945, Hiroshima tenía entre 300.000 y 420.000 personas, según el Departamento de Energía y el sitio web de la ciudad de Hiroshima.

El entonces presidente Harry S. Truman autorizó el ataque a Hiroshima. El bombardero B-29 de EE.UU., el Enola Gay, lanzó la bomba nuclear, con nombre en código “Little Boy”, el 6 de agosto de 1945.

¿Por qué lo hizo?

Los científicos estadounidenses que trabajan en el Proyecto Manhattan habían probado con éxito una bomba atómica en julio de 1945, después de la rendición de la Alemania nazi en mayo.

Truman había encargado a un comité de asesores, presidido por el secretario de Guerra Henry Stimson, deliberar si se debía utilizar la bomba atómica contra Japón.

La razón del uso de la bomba atómica por el entonces presidente de Estados Unidos, Harry Truman, durante la guerra fue la amenaza soviética que se vislumbraba en el este de Asia.

Japón anunció que no se rendiría incondicionalmente, a pesar de la Declaración de Potsdam, en la que se le exigía su “rendición” en julio de 1945.

A principios de agosto, Japón hizo una oferta de “paz negociada” al frente de los Aliados, pero no fue aceptada. Acto seguido, la ciudad fue destruida por la bomba atómica lanzada por EEUU sobre Hiroshima el 6 de agosto.

El 15 de agosto, el entonces emperador de Japón, Hirohito, declaró que su país “se rendía incondicionalmente” y señaló que “la guerra devastaría al pueblo japonés”.

Los estadounidenses señalaron que el número de muertos por los bombardeos atómicos en Japón era de 117 mil, mientras que los japoneses señalaban que se acercaba al medio millón. Las víctimas de los bombardeos fueron conocidos en Japón como “hibakusha”. Estos sufrieron terribles heridas que perduraron hasta sus últimos días.

Las bombas provocaron que los “hibakusha” sufrieran de enfermedades como cáncer, deformidades y discapacidad, además de depresión psicológica a largo plazo.

Los hibakusha, cuyo número disminuye con el paso de los años, renuevan su mensaje sobre el abandono de las armas nucleares en las conmemoraciones que se celebran cada agosto.

Con información de: TN, CNN y AA.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll to Top