Pablo Neruda

Poeta chileno que ganara en 1971 el Premio Nobel de Literatura, considerado como una de las máximas figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX. Además, fue un destacado activista político, senador, miembro del Comité Central del Partido Comunista, precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia.

Nació el 12 de julio de 1904 en la ciudad de Parral, situada en la región central de Chile, nace Pablo Neruda. Hijo único del matrimonio formado por el conductor de ferrocarril, don José del Carmen Reyes Morales y por la maestra doña Rosa Basoalto, quien muere dos meses después del nacimiento del poeta.

Fue en 1923 cuando publica su primer libro, Crepusculario, que es muy bien recibido por la crítica. Al año siguiente aparece la que será la más popular de sus obras, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, que se convertirá en uno de los poemarios amorosos más conocidos en la poesía contemporánea.

 

7 curiosidades sobre la vida de este poeta:

  • En realidad se llamaba Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto. Pablo Neruda fue sólo un seudónimo y existen muchas teorías acerca de dónde encontró la inspiración para establecer ese. No obstante, la conjetura que tiene más peso es la que determina que se basó en Norman Neruda, una violinista que aparece en la novela Estudio en escarlata (1887 – Arthur Conan Doyle).

  • Su padre no quería que fuera poeta. Por eso, cuando se enteró que, en lugar de acudir a la Universidad, se dedicaba a escribir y a relacionarse con gente del mundo bohemio, dejó de pasarle el dinero que mensualmente le daba para afrontar sus gastos. De ahí que Pablo Neruda tuviera que empeñar sus pocas pertenencias y pedir ayuda a varios amigos para, entre otras cosas, poder publicar su primera obra: Crepusculario (1923).

  • Una de las primeras figuras que conoció dentro del ámbito literario y que siempre reconoció que más le marcó fue la escritora Gabriela Mistral (1889-1957), ganadora del Nobel en 1945 y autora de trabajos como Desolación (1922).

  • Uno de sus amigos más entrañables fue el poeta granadino Federico García Lorca. Sufrió muchísimo cuando este fue fusilado durante la Guerra Civil Española y por ese motivo le dedicó unos versos que rezan así: “Si pudiera llorar el medo en una casa sola, si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, lo haría por tu voz de naranjo enlutado y por tu poesía que sale dando gritos”

  • Precisamente en el citado conflicto bélico español apoyó claramente al bando republicano, lo que, entre otras cosas, le supuso el odio de los nacionales y que le fuera retirado su cargo de Cónsul en este país.

  • Otro de sus grandes amigos fue el también escritor Octavio Paz, al que conoció en España durante la guerra. Desde el primer momento congeniaron y se hicieron inseparables, sin embargo, tiempo después tuvieron un fuerte enfrentamiento por cuestiones ideológicas que estuvo a punto de acabar con puñetazos. Esa situación provocó que estuvieran muchísimos años sin dirigirse la palabra, concretamente durante dos décadas. Sin embargo, al final se reconciliaron en un festival de poesía en Londres.

  • Fue el primer autor latinoamericano en recibir el título de Doctor Honoris Causa de Filosofía y Letras de la afamada y prestigiosa Universidad de Oxford. Le fue concedido en el año 1965.

5 Poemas de Neruda que te fascinarán:

POEMA 20 Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

TENGO MIEDO Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto. Tiene mi corazón un llanto de princesa olvidada en el fondo de un palacio desierto. Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño que reflejo la tarde sin meditar en ella. (En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño así como en el cielo no ha cabido una estrella.) Sin embargo en mis ojos una pregunta existe y hay un grito en mi boca que mi boca no grita. No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste abandonada en medio de la tierra infinita! Se muere el universo, de una calma agonía sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde. Agoniza Saturno como una pena mía, la tierra es una fruta negra que el cielo muerde. Y por la vastedad del vacío van ciegas las nubes de la tarde, como barcas perdidas que escondieran estrellas rotas en sus bodegas. Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.

POEMA 5 Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.

POEMA 15 Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa basta. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

POEMA 6 Te recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas caían en el agua de tu alma. Apegada a mis brazos como una enredadera, las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Hoguera de estupor en que mi sed ardía. Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:

boina gris, voz de pájaro y corazón de casa hacia donde emigraban mis profundos anhelos y caían mis besos alegres como brasas. Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Fuentes: Fundación Pablo Neruda, Poemas del Alma y Los Poetas (http://www.los-poetas.com/a/neru1.htm)

Fotografías: Twitter

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