Nació en la hacienda de Ciénega del Rincón, Aguascalientes, el 9 de junio de 1760. Radicado en tierna edad en México, hizo sus estudios en los colegios de San Ildefonso y obtuvo el título de Abogado. Ejerció diversos cargos honoríficos, propios de su profesión, y llegó a ser Síndico del Ayuntamiento de México, que desempeñaba en 1808, cuando los espíritus comenzaban a agitarse y a pensar en la emancipación. Como casi todos sus compañeros, creyó que sería fácil realizar sus aspiraciones durante la oportunidad que ofrecían las circunstancias aciagas en que se encontraba España.
Secundó con entusiasmo la idea de la representación al Virrey Iturrigaray, propuesta por Azcárate, y fue no sólo un activo colaborador de éste, sino que con su carácter de Síndico pudo tomar parte más activa en el asunto, para lo cual celebró diversas entrevistas con el Virrey, con el que llegó a convenir, al decir del Alcalde Fagoaga, que se alzase con el Reino de Nueva España, pues ambos creían que no podría resistir la Metrópoli a los ejércitos napoleónicos.
En la Junta de autoridades reunida en Palacio el día 9 de agosto del año citado, Verdad desempeñó un papel prominente defendiendo sus ideas hasta donde era posible, para la formación de un gobierno provisional; las réplicas a que su discurso dio lugar fueron bastante vivas, y esta circunstancia atrajo sobre el Síndico toda la mala voluntad de la Audiencia y de los partidarios de España y de Fernando VII.
Estos partidarios, para evitar la reunión del Congreso propalado, y alentados con la llegada de los comisionados de la Junta de Sevilla, decidieron deponer al Virrey, como lo verificaron en la noche del 15 de septiembre. Verdad, que era uno de los más comprometidos por su actitud en las diversas Juntas celebradas en el Palacio, no podía escaparse de ser preso, como lo fue la misma noche. Conducido a las prisiones del Arzobispado, se le empezó a instruir causa criminal que no termino, por haber amanecido muerto el preso el día 4 de octubre siguiente.
La mañana del 4 de octubre de 1808 el licenciado Francisco Primo de Verdad falleció a la edad de 48 años en una de las celdas de la prisión. Se corrió el rumor de que había sido envenenado, acto supuestamente llevado a cabo por los españoles que se hicieron cargo del gobierno colonial. Fue sepultado en el sagrario de la basílica de Guadalupe.
En 1868, el Lic. y Gral. Riva Palacio, echó a volar la especie de que fue ahorcado; pero el acta de defunción que se ha publicado desmiente esta especie, pues un ajusticiado no recibe la Extremaunción, como la recibió Verdad.
A éste se le ha dado en llamar el Protomártir de la Independencia, y con motivo del Centenario el Lic. Manuel Puga y Acal escribió una erudita monografía sobre el Lic. Verdad y el padre Talamantes, llamándolos los primeros mártires. La Comisión Nacional del Centenario honró la memoria del patriota Sindico del Ayuntamiento colocando una lápida en la casa donde murió, y dando su nombre a la calle Cerrada de Santa Teresa, que era a donde venían a quedar las cárceles del Arzobispado en las que estuvo preso.
En el año de 1812, Carlos María de Bustamante publicó El Juguetillo en donde se exponían los argumentos que Primo de Verdad había sostenido para dar paso a la creación de la primera Junta de Gobierno en la Nueva España.
Fuentes: AGN, Biografías de los Héroes y Caudillos de la Independencia. Tomo I. Alejandro Villaseñor y Villaseñor. Editorial Jus, S.A.