Han pasado 6 años de gobierno estatal en Guanajuato. El próximo 26 de septiembre sale Miguel Márquez Márquez y tomará posesión como nuevo Gobernador Diego Sinhué Rodríguez Vallejo.
Durante este periodo 2012 – 2018, fuimos testigos de las formas y estilo de gobernar de un hombre joven, oriundo de Purísima del Rincón; de comportamiento sencillo y abierto; quien gustó de defender su honestidad ante la insinuación o, a veces, hasta la afirmación de actos de corrupción, a capa y espada lo hacía y cuando en algunas áreas de plano se mencionaban los modos de operar en beneficio de alguien, su postura se distinguió por “no sé, él o quien haya sido”, y que se procediera en contra de quien fuese responsable; quizá en un afán obsesivo para diferenciarse de su antecesor Juan Manuel Oliva.
No obstante, los escándalos desfilaron uno a uno desde el inicio y la lista fue larga, pero no pasó nada, contra nadie; cuando las maniobras fueron evidentes, se aplicaron sanciones mínimas, por no decir ridículas, como aquella de suspensión de algunos días de un alto funcionario, pero en plenas ¡vacaciones!
Resultó evidente el favoritismo del Titular del Ejecutivo en beneficio de determinados sectores, empresarios, personajes en el Estado, con asignación de Contratos de suministro de bienes o de obras y servicios, claro con la solvencia y protección de licitaciones a cargo de un buen hombre celayense, pero muy senil ¡de 93 años de edad!
El manejo político también fue objeto de avasallamiento por el Ejecutivo, y hasta las entrañas de su propio partido político llegó su larga mano, removiendo y designando a quienes mejor le convinieron para llegar a elegir en dos oportunidades electorales (2015 y 2018) a los que consideró sus incondicionales candidatos, hasta asegurar que también elegiría a su sucesor, con la autorización, apoyo y beneplácito de la dirigencia nacional a quien también en reciprocidad apoyó (léase Ricardo Anaya); así culminó con todas sus fichas en el tablero, obteniendo la mayoría en el Congreso y en el número de Alcaldías; y claro con la cereza del pastel: la gubernatura en favor de Diego Sinhué Rodríguez su preferido sin discusiones.
Dejando en el camino a muchos de sus correligionarios con mas merecimientos, muy inconformes, quienes encontraron refugio en otro partido político.
En el Poder Judicial, ni se diga su gran influencia y manejo, con más recato y discreción, aunque sin rubor alguno. La selección y elección de Magistrados y Consejeros es muy sutil, pero consistente en la afinidad con el Ejecutivo por medio de algunas ramificaciones partidistas a través del poder legislativo, forzoso tamiz que interviene en la designación final de los funcionarios judiciales.
En esta área, quizá atemperó el descaro, al menos durante los primeros 4 años, gracias a la labor prudente y mesurada del Maestro Miguel Valadez, hombre de leyes y de letras, con la sabiduría que da la enorme experiencia y el respeto que inspira; pero al finalizar su gestión, ya no se pudo contener la tentación irrefrenable de la manipulación y presión para la designación de quien encabezara el Supremo Tribunal de Justicia, aún a costa de la autonomía y del sacrificio de perfiles más idóneos, con trayectoria, personalidad, capacidad, experiencia, liderazgo y juventud, como la del nuevo gobernador. Pero se impuso el poder omnímodo, para complacer a quien se complació durante todo el sexenio.
Ahora, en la cúspide del poder al que llegó y en el paroxismo de haber logrado todo, todo en sentido literal nos preguntamos: ¿Qué vendrá después del 26 de septiembre? ¿Seguirá mandando a Diego Sinhué? ¿Acaso un “Maximato” Regional? ¿Un émulo de Plutarco Elías Calles?
¡Adiós Miguel!
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