J. Bernabé Méndez Montoya nació en Tarímbaro, Michoacán, el 10 de Junio de 1880. Aprendió a leer y escribir en la escuela oficial de Tarímbaro.
A la edad de 14 años ingresó al Seminario de Morelia donde vivió durante su adolescencia y juventud. Durante sus estudios sacerdotales, contó con el apoyo económico de algunas familias del pueblo.
Se ordenó como Diácono el 23 de Julio de 1905 y de Sacerdote el 3 de Junio de 1906, en la Capilla Arzobispal de Morelia por el Sr. Arzobispo Don Atenógenes Silva.
De 1906 a 1907, se desempeñó como Vicario de la Parroquia de San Juan Huetamo; ahí sufrió un agotamiento nervioso que lo habría de marcar toda mi vida.
Una vez repuesto de la enfermedad, fue enviado a la Parroquia de Pedernales, donde permaneció de 1907 a febrero de 1913. Tras recaer en su enfermedad fue promovido como Vicario en Valtierrilla, Gto., lugar pequeño de gente sencilla.
En la comunidad salmantina les enseñó cantos a los niños del Catecismo. Fundó la escuela parroquial y un Centro de Obreros Guadalupanos.
Precursor de la fotografía en Valtierrilla: “Me gustaba captar las escenas de la vida diaria y la belleza de las criaturas de Dios”.
Durante la Guerra Cristera, todos los días celebraba misa en la madrugada; bautizaba y confesaba a esas horas. Por las noches atendía a los enfermos.
El día de su muerte:
Algunos hombres de Valtierrilla planearon sumarse a los cristeros, naturalmente sin su consentimiento y fijaron como fecha el 5 de febrero de 1928. Sin embargo, fueron delatados.
A eso de las 5 de la mañana el padre Méndez estaba terminando de celebrar misa cuando se escucharon los primeros disparos de los federales que venían buscando a los que se iban a levantar. Trató de esconderse y salió de la iglesia llevando el copón debajo de la tilma. Los soldados lo vieron y lo registraron, al encontrarle el copón lo reconocieron y lo tomaron prisionero. Logró consumir las hostias consagradas.
La tropa lo llevó cerca de la plaza; lo sentaron en un tronco y comenzaron a dispararle, aunque ningún disparo hizo blanco. Entonces el oficial lo puso de pie, lo registraron de nuevo quitándole su crucifijo y medallas, y le dispararon hasta que cayó muerto.
Los soldados se llevaron el cuerpo y lo pusieron en la vía del tren para que fuera despedazado, pero las mujeres de los oficiales lo quitaron de allí y permitieron que fuera velado y sepultado en Cortázar.
Actualmente los restos del Padre Méndez se encuentran en una urna en el piso del Presbiterio del Templo Parroquial de Valtierrilla.