Autor de más de una treintena de obras de teatro, ganador en cuatro ocasiones del Premio Juan Ruiz de Alarcón y realizador de polémicas piezas teatrales. Es recordado porque el contenido de su obra, de acuerdo con especialistas, era reflejo de la realidad cotidiana de la sociedad mexicana.
Dramaturgo, comentarista de televisión, periodista, crítico, escritor de cine, actor, empresario y director de teatro. Nació en la Ciudad de México el 11 de marzo de 1920 y murió el 9 de Julio de 1990 en la misma ciudad. Su nombre completo fue Luis Gonzaga Basurto. Hizo estudios en la Facultad de Filosofía y Letras y se recibió de abogado en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la edad de 22 años. En 1942 fue a Hollywood a estudiar técnica cinematográfica. A su regreso, escribió argumentos y adaptaciones, algunos de ellos en colaboración con Xavier Villaurrutia.
Desde muy joven empezó a escribir crónicas teatrales y artículos literarios en el periódico Excélsior (1940). Con respecto a su inicio como colaborador periodístico Luis G. Basurto recordó: “Siempre estuve inventando pequeñas obras que improvisaba. Pero escribir ya en serio lo hice como a los catorce o quince años. Un amigo mío de la secundaria se había suicidado, cosa que me impresionó mucho. Entonces se me ocurrió hacer una nota dramática, angustiosa. Desde entonces, yo buscaba lo dramático, aún dentro del periodismo. Corrí a Excélsior, se la entregué al jefe de redacción que era entonces Gonzalo Herrerías. […] La nota salió publicada y entonces me animé, y aunque no me las pagaban seguí llevando otras. (…) Un día por fin (Rodrigo de Llano, director del periódico) me encargó una nota y me la pagaron por primera vez; creo que me dieron 8 pesos.
“Hacía notas sobre arte. No había entonces columnas especializadas como ahora las hay. Esto pasaba en el año de 1940. Yo inauguré la primera columna de este tipo con una audacia sin límite.
Me lancé a escribir sobre danza, sobre ballet, sobre cine. Por supuesto escribía también sobre teatro y pintura; sobre casi todas las manifestaciones artísticas, excepto sobre música, a eso no me atreví”. (Una vieja charla con Luis G. Basurto: “Creo en el arte por la verdad”. Por Dolores Cordero. Proceso, No. 715, 16 de julio de 1990. PP. 53-57).
Dentro de su gran producción como dramaturgo destacan Miércoles de ceniza, Premio Juan Ruiz de Alarcón, 1956; Cadena perpetua (1965); Con la frente en el polvo, Premio Juan Ruiz de Alarcón 1967; La vida difícil de una mujer fácil (1970); El candidato de Dios, Premio Juan Ruiz de Alarcón 1986; Corona de sangre. Vida, pasión y muerte del Padre Pro, (en homenaje a Rodolfo Usigli), Premio Juan Ruiz de Alarcón 1990; Cada quien su vida la cual ha sido la obra con más representaciones en la historia del teatro mexicano, (7000 representaciones hasta 1985).
Con títulos como Faustina, Voz de sangre, Toda una dama, La locura de los ángeles, Los reyes del mundo y El escándalo de la verdad, la crítica especializada lo nombró “escritor católico de vanguardia”.
Fue director de la compañías de Virginia Fábregas, María Tereza Montoya, Virginia Manzano, Ofelia Guilmáin y Tita Marella, y del repertorio del INBA con la que realizó giras por el interior del país e hizo temporadas tanto en Estados Unidos, como en España y otras ciudades de América Latina.
También colaboró en el Heraldo de México (1970-76), y en Excélsior con un artículo semanal en la página editorial del mismo. A partir de 1975 fue comentarista de televisión, de programas como el Club del espectador, Marquesina y Tribuna pública.
El 3 de enero de 1968 ingresó a la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), en 1986 fue su vicepresidente.
Fue distinguido con otros premios de los que se cuentan: Las Palmas de Oro, 1979, concedido por el Círculo de Periodistas de Espectáculos. En 1979 la Confederación Nacional y Asociaciones Profesionales le otorgó la Pluma de Oro. En 1981 la Asociación Nacional de Actores lo premió con la Medalla Virginia Fábregas. Por sus cuarenta años de escritor en 1981 le fue otorgada la Medalla María Teresa Montoya. Por sus cincuenta años de escritor la Sociedad General de Escritores Mexicanos le confirió una medalla de oro y la Sociedad de Compositores la Medalla Agustín Lara.
También incursionó en temas religiosos, “porque he estado en la búsqueda de Dios”, afirmó a un diario capitalino luego de asegurar que profesaba la religión católica.
No obstante, Basurto escribió una obra que en su momento resultó incómoda: El candidato de Dios, en la cual muestra sus dudas sobre el supuesto asesinato del papa Juan Pablo I, al trigésimo tercer día de su pontificado.
“Salvador Novo lo nombró El Moliére mexicano, la crítica lo llamó el escritor católico de vanguardia, pero Luis G. Basurto, simplemente se definió como un soldado del teatro.”
“Luis G. Basurto fue uno de los dramaturgos nacionales que cayó, como muchos otros, en la tentación del cine. Su trabajo con este arte está vinculado fundamentalmente hacia dos zonas del asunto: Por una parte, su tarea en el terreno de la adaptación de obras de otros autores. En el caso de El abanico de Lady Windermere que escribe para el cine a partir del texto original de Oscar Wilde. En la reescritura de Basurto hay cierta fidelidad al original y en buena medida se conserva el humor británico del autor. Sin embargo, esta cinta dirigida por Juan J. Ortega en 1944 ya vislumbra la inclinación del dramaturgo hacia la zona del melodrama.
“Un año después de la adaptación de Óscar Wilde realizó, junto a Xavier Villaurrutia, el argumento con el que se celebraron las bodas de plata de la actriz Virginia Fábregas. La casa de la zorra también fue dirigida por Juan J. Ortega y repetía en gran medida el reparto de la cinta anterior, aunque en esta ocasión con un costo exhorbitado para rendir culto a la emérita actriz. Nuevamente el melodrama hace su aparición y va definiendo el carácter que más adelante Basurto imprimirá a sus propias obras […]
“El trabajo de Basurto con la barriada, con ciertos prototipos del cine melodramático de los cuarenta hace que pose su mirada de nuevo sobre una de las figuras más significativas y de hecho la que inaugura el cine nacional: la Santa tantas veces mitificada va adquiriendo proporciones diferentes conforme avanza el cine en México y se vuelve personaje protagónico de cabarets y callejones del centro de la ciudad para dar fuerza a uno de los personajes claves del cine nacional. La prostituta vista desde ángulos no muy abiertos se convierte en centro y asunto de gran parte de nuestra filmografía […]
“Por otra parte Cada quien su vida fue dirigida por Julio Bracho en 1959. Se podría considerar un punto de partida en el tratamiento que años más tarde tendría el cine de ficheras de los setenta en donde el binomio pecado-redención está siempre buscando el equilibrio. Julio Bracho hizo con Cada quien su vida (1959) una especie de abordaje de algunos cabos sueltos de Distinto amanecer (1943), aunque con las limitaciones de estar trabajando sobre un texto dado y que ya empezaba a tener mucho éxito en el teatro.
“La cinta dirigida por Bracho contó con la música de Raúl Lavista y con las actuaciones de Ana Luisa Peluffo como Rosa, la tacón dorado; Kitty de Hoyos, Carlos Navarro, Emma Fink, Bárbara Gil, entre otros, para poblar el ámbito de cabaret El Paraíso en donde las prostitutas, el diputado, el explotador, el pianista, el homosexual y otros estereotipos conviven en una obra que si bien es parte del lugar común, guarda en la versión de Bracho mucha de la ricura, de la picardía de algunos diálogos de Basurto”. (Del teatro al cine. Por Isabel Gracida. El Gallo Ilustrado, 23 de octubre de 1994. P.6)
Con información del Gobierno de México y la UNAM.