Fue el menor de los hermanos Rayón que siguieron la causa de la Independencia. Nació en Tlalpujahua, cuna de la familia, por el año de 1782; desde joven se dedicó a las labores de la minería y de la agricultura, en los terrenos y minas que poseían.
La guerra de Independencia lo encontró dedicado a esas ocupaciones, que abandonó sin pena en noviembre de 1810, para seguir a su hermano mayor a Valladolid y a Guadalajara en favor de don Miguel Hidalgo. Su bautismo de fuego lo recibió en la batalla del Puente de Calderón; fue compañero de Allende, que llevaba el mando del ejército, hasta Saltillo, donde los caudillos se separaron para seguir su viaje al Norte, en tanto que las tropas a las órdenes de don Ignacio quedaban en esa ciudad, con intenciones de retroceder hacia el centro de la Colonia.
Frente a Zacatecas empezó a distinguirse, pues comisionado para que en unión de Liceaga se apoderarse del cerro de la Bufa, se vio acometido por fuerzas superiores que mataron casi toda la suya, escapando solamente Liceaga, don Francisco y un tambor. El segundo se dedicó en Zacatecas a fundir cañones, reparar el armamento, construir carros de municiones, etc.
Concurrió a la acción del Maguey, donde salvó muy pocos de los fondos del ejército que dejaron los oficiales insurgentes. Perdida la batalla siguió a su hermano a La Piedad y a diversos lugares. Participó en el asalto de Valladolid, el 2 de junio. Meses después trabajó activamente en compañía de sus hermanos en las fortificaciones de Zitácuaro y ayudó a la derrota que sufrió Emparan frente a esa Villa; tomó parte en su defensa y se retiró a Tuzantla al ser aquélla ocupada por Calleja.
Regresó a Tlalpujahua con el nombramiento de comandante de esta provincia y de las Mesas. Durante bastantes temporadas permaneció en la inacción o desempeñando en los cerros de Nadó y del Gallo misiones que le encargaban sus dos hermanos mayores.
Acompañó a su hermano Ramón a Salvatierra
En febrero de 1813, en una de sus expediciones, por el rumbo de San Juan del Río consiguió batir algunas partidas realistas; días después, con motivo de las desavenencias habidas entre don Ignacio Rayón y los Vocales de la Junta de Zitácuaro, don Ramón se ofreció a ir con el carácter de mediador para hablar con Liceaga, se dirigió con un regular ejército hacia Salvatierra, llevando en su compañía a sus hermanos don Rafael y don Francisco, mandando sus respectivas divisiones. Sabido es que ese ejército fue derrotado por Iturbide en Salvatierra y que don Ramón y sus hermanos tuvieron que retirarse hasta Tarandacuao, de donde fueron llamados por don Ignacio con motivo del movimiento de los realistas amenazando el campo del Gallo; don Francisco estuvo en la defensa de ese fuerte, que al fin fue tomado por aquéllos cuando los insurgentes lograron salir con toda felicidad la noche del 12 de mayo.
Siendo perseguidos los Rayón se vieron en la necesidad de enviar a sus familias a la Tierra Caliente, al cuidado de don José María; don Francisco, por su parte, fue enviado al Norte, donde hizo una larga campaña. En los primeros días de septiembre consiguió un notable triunfo sobre las fuerzas de Antonio Valle, en la hacienda de Galindo, entre Querétaro y San Juan del Río; despedazó enteramente la partida de Valle y se hizo de 24 fusiles, 160 reses, 100 caballos, dos mil pesos, etc. Al día siguiente desbarató una partida de cien dragones que salieron en auxilio de Valle.
Llamado don Ignacio a formar parte del Congreso de Chilpancingo, quiso presentarse con el mayor número de gente para hacer creer a Morelos que su autoridad y recursos eran grandes. Por ello llamó a sus hermanos para que se le unieran, pero sólo pudieron hacerlo don Ramón y don José María, pues don Rafael estaba bastante ocupado por el rumbo de Guanajuato, y don Francisco tenía mucho que hacer con las partidas realistas que merodeaban por Tlalpujahua.
A principios de octubre vio la corta fuerza que llevaba, atacada por trecientos realistas, que lo pusieron en grave aprieto y de los que con dificultad se libró, refugiándose en la población, donde reunió apresuradamente los diversos destacamentos que le obedecían y se dirigió a San Felipe del Obraje para llamar la atención de los realistas, que se habían apoderado de Zitácuaro; consiguió derrotarlos, haciéndoles bastantes muertos, y consiguió ver libre por entonces esta Villa y en seguridad Tlalpujahua, que era su cuartel general.
Permaneció atento a los movimientos de los realistas
No concurrió al ataque de Valladolid por Morelos, pero sí sufrió sus consecuencias, porque se vio obligado a permanecer en la inacción durante todo el año de 1814, para no atraerse la persecución de los realistas, que recorrían todo Michoacán y al fin tuvo que refugiarse en el cerro de Cóporo, que fortificaba don Ramón; contribuyó a su brillante defensa procurando impedir la reunión de los realistas Llano e Iturbide, y a ese efecto se situó en Tuxpan, siendo perseguido por el segundo hasta Angangueo, sin haber sido alcanzado, permaneció en las cercanías, dispuesto a auxiliar el fuerte.
Rechazado Llano y obligado a levantar el sitio, don Francisco no se consideró con la fuerza suficiente para hostilizarlo en su retirada. Y únicamente permaneció en expectativa de los movimientos de los realistas. Semanas después, en mayo de 1815, acompañó a su hermano don Ramón al desgraciado ataque de Jilotepec, donde fueron derrotados, y en el que éste debió su salvación a don Francisco, que con riesgo de su vida lo ayudó a huir de manos de los realistas. Regresó a Tlalpujahua después de este hecho, y por algún tiempo permaneció inactivo, pues aun cuando Aguirre tenía órdenes de perseguirlo, y muchas veces lo intentaba, don Francisco se escapaba y se refugiaba en Cóporo.
Por esta época publicó Rayón una proclama que en poco tiempo se hizo célebre entre realistas e independientes por su vehemencia; la causa de su publicación fue la prisión y fusilamiento del sacerdote independiente don Juan Antonio Romero, Vicario de Tlalpujahua, hechos realizados por Aguirre:
“¡Venganza, sangre y destrucción contra el enemigo!” eran las palabras con que principiaban y finalizaba la proclama, y en ella, después de referir la conducta sanguinaria de los realistas, invitaban a los soldados americanos a separarse de sus banderas y a alistarse bajo las de la insurrección, declarando guerra a muerte a los que no lo hiciesen. Esta proclama le dio notoriedad y desde que se publicó se avivó en Aguirre el deseo de aprender al autor de ella; la fatalidad se la proporcionó en diciembre de 1815.
Estaba Aguirre en Ixtlahuaca, y sabiendo que Rayón permanecía sin desconfianza en Tlalpujahua, caminó toda la noche con ciento ochenta dragones y recorrió las quince leguas que hay entre ambas poblaciones. Distribuyó sus soldados para cortar todas las salidas, cuando tomó sus disposiciones se presentó frente al pueblo. Rayón violentamente reunió cien soldados y quiso salir por el rumbo de El Oro, pero cayó prisionero de Suero, que mandaba setenta y cinco dragones de Fieles del Potosí, siendo llevado a Ixtlahuaca.
Sus hermanos hicieron bastantes esfuerzos por salvar a don Francisco, escribieron por medio del mismo Aguirre al Virrey y al arzobispo, “no proponiendo ningunas condiciones admisibles, dice Alamán, sino reclamando con palabras duras los derechos de guerra, lo que en vez de ser útil al prisionero abrevió su muerte”.
Lo que no dijo Alamán, seguramente porque lo ignoró, fue que el comandante Aguirre quiso aprovecharse de la prisión de don Francisco para conseguir que sus hermanos abandonaran la causa de la revolución, y aunque se dirigió a la madre de los Rayón para conseguir su propósito, la señora llena de dolorosa entereza, se negó a hacer indicaciones a sus otros hijos en el sentido que Aguirre quería. Además, se vivía una época en que los tratos más solemnes no se cumplían, y tal vez esto influyó en el ánimo de los Rayón, que creyeron que se sacrificarían inútilmente para salvar a su hermano.
Don Francisco fue fusilado en Ixtlahuaca en los primeros días de diciembre de 1815, por el comandante don Matías Martín y Aguirre.
Fue el único miembro de la familia Rayón que pereció durante la guerra, pues los cuatro hermanos restantes alcanzaron a ver realizada la Independencia.
Fuente:
- Biografías de los Héroes y Caudillos de la Independencia. Tomo I y II. Alejandro Villaseñor y Villaseñor. Editorial Jus, S.A.