Manuel Payno

La narrativa de Manuel Payno, ofrece un amplio campo de observación, fruto de su experiencia en la vida como ministro, diplomático, político, -entre otros- lo que permitió afirmar y enriquecer su visión, para agregar todos esos elementos a sus buenas dotes de narrador.

Su nombre completo era José Manuel Román Payno y Flores. Novelista, periodista y político. Liberal moderado, especialista en hacienda pública. Nació en la Ciudad de México el 28 de febrero de 1820, hijo de Manuel Payno y Bustamante y Josefa Flores. Tras concluir sus primeros estudios, en 1834 fue meritorio en la Aduana de la Ciudad de México, por gestión de su padre.

Fue miembro de la Academia de Letrán desde 1836, donde dio a conocer sus primeras obras de ensayo, poesía y teatro.

En 1839 reestructuró, junto con Guillermo Prieto, la Aduana Marítima de Matamoros, en la que ascendió hasta ser contador.

En 1840 fungió como secretario del presidente Mariano Arista; también fue miembro del Ateneo Mexicano, fundado ese año a semejanza del de Madrid. En esa década fundó una editorial y contribuyó a la publicación de materiales para y sobre el Colegio del Espíritu Santo; editó asimismo los Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos (1848), en cuyo artículo de colaboración sobre la rebelión de los polkos, lamenta el alzamiento.

Fue jefe de sección del Ministerio de Guerra, con el rango de teniente coronel.

En 1842 lo nombraron encargado de las rentas del estanco de tabaco en Fresnillo, Zacatecas, el cual ayudó a liberar en 1848. También en 1842, lo nombraron secretario de la Legación mexicana en Sudamérica y viajó por vez primera a Francia e Inglaterra.

En 1845 viajó a Cuba, Nueva York y Filadelfia, enviado por el secretario de Instrucción Pública, Mariano Riva Palacio, para estudiar el sistema penitenciario estadounidense.

En 1847 se encargó de establecer el servicio secreto de correos entre México y Veracruz, así como del combate de guerrillas contra el ejército estadounidense, en el camino de Puebla.

En 1848 fue diputado por Puebla, igual que en 1850. Durante la presidencia de José Joaquín de Herrera fungió como ministro de Hacienda, del 4 de julio de 1849 al 13 de enero de 1851; también durante el periodo de Mariano Arista ocupó el mismo cargo, del 16 al 28 de enero de 1851. Se asoció con Hargous y Cía., para la construcción de una vía interoceánica en Tehuantepec.

Se refugió en Estados Unidos por el exilio de la capital que sufrió a manos del presidente Antonio López de Santa Anna. Tras el triunfo de la Revolución de Ayutla, fue ministro de Hacienda del presidente Ignacio Comonfort, del 14 de diciembre de 1855 al 15 de marzo de 1856, y del 20 de octubre al 11 de diciembre de 1857. Durante este último año se opuso a la desamortización de los bienes eclesiásticos, fue uno de los golpistas que desconocieron la Constitución y fue procesado y marginado de la vida política.

En 1860 publicó, en la imprenta de Ignacio Cumplido, la Memoria sobre la revolución de diciembre de 1857 a enero de 1858, donde trató de desmentir que hubiera traicionado los ideales liberales y las reformas, pero también declaró su incertidumbre respecto al porvenir del país. Ese mismo año, en Veracruz, publicó la Rápida ojeada sobre la Revolución y el general Comonfort.

En 1861 publicó La reforma social en España y México, en la que despeja sus dudas sobre la desamortización de los bienes eclesiásticos y declara la necesidad del gobierno de administrar todos los bienes que le pertenecen; recopila disposiciones legales al respecto en el periodo independiente, exalta las acciones del presidente Valentín Gómez Farías pero omite del todo la rebelión de los polkos y critica las medidas extremas de los liberales, incluidas algunas del entonces ministro de Hacienda, Guillermo Prieto.

En 1862 –tras la amnistía decretada por los triunfantes liberales– por encargo del presidente Benito Juárez elaboró un estado de las deudas pendientes del Estado mexicano (1821-1861), que fue publicado como México y sus cuestiones financieras con la España, la Inglaterra y la Francia, por Ignacio Cumplido. Ese mismo año Payno escribió México y el Sr. embajador don Joaquín Francisco Pacheco, donde desmiente la composición maniquea y étnica de los partidos liberal y conservador en México, además de contenr una defensa del partido liberal; también escribió entonces la Carta que sobre los asuntos de México dirige al Sr. general Forey, comandante en jefe de las tropas francesas, el ciudadano Manuel Payno, en que defiende el sentimiento republicano arraigado entre la población mexicana, las dificultades del establecimiento de una monarquía en tales condiciones y la imitación de la cultura francesa en México, para el desarrollo de la civilización occidental.

Manuel Payno fue perseguido y capturado el 21 de agosto de 1863, apresado en San Juan de Ulúa junto con Florencio M. del Castillo, bajo cargos de conspiración.

Tras reconocer el gobierno de Maximiliano de Habsburgo y compartir sus ideales liberales, igual que otros moderados como Manuel Orozco y Berra y José Fernando Ramírez, Payno fungió como edil de la Ciudad de México durante unos pocos días.

Después del triunfo republicano fue perdonado, se le encomendó la revisión financiera del Imperio y publicó Cuentas, gastos, acreedores y otros asuntos del tiempo de la Intervención Francesa y del Imperio (1868, por Ignacio Cumplido); allí demuestra la imposibilidad de sostener los gastos de ese Estado ni poder saldar sus deudas por el apoyo militar francés. Por otro lado, Payno fue electo diputado por Tepic, y reelecto las tres legislaturas siguientes.

Miembro destacado de la Sociedad de Geografía y Estadística, en su Boletín redactó un “Estudio sobre la historia antigua de México” (1870). Escribió también el Tratado sobre la propiedad. Ensayo de un estudio del derecho romano y del derecho público y constitucional en lo relativo a la propiedad, Ensayo de una historia de Michoacán (1870), el Compendio de historia de México (1870), México y Barcelona. Reseña histórica de la invasión en México. Por las potencias aliadas de Inglaterra, España y Francia, y los motivos que la causaron desde los bonos de Jecker, hasta el fusilamiento de éste en París (2ª edición en 1898); colaboró con Vicente Riva Palacio, Juan A. Mateos y Rafael Martínez de la Torre en El libro rojo (1870).

Fue profesor de Historia patria en la Escuela Nacional Preparatoria, y de Economía política en la Escuela de Comercio.

En 1882 fue senador y el presidente Manuel González lo envió a París como agente de colonización, hasta 1885. De 1886 a 1889 se desempeñó como cónsul interino en Santander, y luego fue cónsul general en España, con residencia en Barcelona.

Volvió a México en 1893 y fue senador y presidente del Senado. Murió en San Ángel el 4 de noviembre de 1894, prácticamente inadvertido.

Manuel Payno desarrolló todos los géneros literarios; según Vicente Riva Palacio, incluso cultivó la poesía y el teatro en su juventud. Escribió textos enfocados en la docencia, principalmente de Historia y Economía política, así como informes, testimonios y otros documentos políticos.

A partir de 1838 inició su colaboración en gran cantidad de periódicos y revistas. Desde 1842 publicó cuentos y narraciones de viajes en El Museo Mexicano (1843-1844), que fueron reunidos parcialmente en Tardes nubladas (1871). Entre 1845-1846 publicó partes de El fistol del diablo en la Revista Científica y Literaria de México, y en 1859 editó esta novela como libro. Participó en el Diccionario Universal de Historia y Geografía en 1853-1856, coordinado por Manuel Orozco y Berra.

Manuel Payno es considerado impulsor del cuento, del relato de viajes y de la novela corta en México, dentro del Romanticismo, así como de la novela por entregas. Sus escritos costumbristas también constituyen las primeras incursiones en ese género y dan muestra de todas las esferas de la sociedad mexicana. Sus textos más reconocidos son sus novelas, la mencionada El fistol del diablo, junto con El hombre de la situación (1861) y Los bandidos de Río Frío (1892-1893).

El 4 de noviembre de 1894, a la edad de 84 años fallecía el escritor, político, militar, exministro y diplomático, Manuel Payno, en San Ángel, en aquel tiempo una villa vecina de la Ciudad de México y que hoy, forma parte de la gran capital mexicana.

Datos interesantes sobre Manuel Payno:

  • Manuel Payno, contribuyo con Comonfort, para dar el golpe de estado en 1857, con el que se desconocía a la nueva constitución liberal y se disolvía el Congreso. No sólo eso, Comonfort se uniría al Plan de Tacubaya, que no era otra cosa que un pronunciamiento conservador, a través del cual se le daban facultades al presidente para derogar la Carta Magna.
    No obstante, este papel, su labor como educador, economista, periodista, diplomático, jurista y escritor fue muy notable.
    En lo que respecta a su función como Ministro de Hacienda, José Emilio Pacheco diría que: “fue también el genial financiero que (un siglo antes de que hubiese escuelas de economía) logró, cuando el país estaba deshecho a raíz de la invasión norteamericana y sus incalculables pérdidas territoriales, que nuestros acreedores de Londres redujeran el interés del 5% al 3%, el pago de intereses y dividendos se hiciera aquí y los réditos insolutos se rebajaran de 10 a 3 millones de pesos.”
    De igual forma, -algunos años antes- en su tarea como administrador de rentas del estanco de tabaco, logró un desarrollo importante de la producción nacional de este cultivo y, sobre todo, la desaparición del contrabando que era uno de los factores que más afectaban su impulso.
    Como escritor, Payno es reconocido de manera primordial por ser el autor de una de las novelas más significativas del siglo XIX mexicano: Los bandidos de Río Frío. Como buena novela costumbrista el autor nos ofrece unos pasajes significativos de un México que ya no existe, pero que gracias a su narrativa nos permite evocarlo.
  • Su descripción de una cocina indígena es significativa: “Una vereda angosta e intransitable en tiempo de las lluvias, conducía a una casa baja de adobe mal pintada de cal, compuesta de una sala comedor, dos recámaras y un cuarto de raya. La cocina estaba en el corral y era de varas secas de árbol, con su techo de yerbas, lo que en el campo se llama una cocina de humo con sus dos metales, una olla grande vidriada para el nixtamal, dos o tres cedazos para colar el atole y algunos jarros y cántaros. Se guisaba en tres piedras matatenas, y el combustible lo ministraban los yerbajos y matorrales que rejuntaba un peón en el cerro.
  • Y qué decir de la precisión con la que expone el banquete tradicionalmente seguía a la misa del 12 de diciembre, sin duda, no tiene igual: “Luego que terminó la misa… Una espléndida mesa estaba dispuesta… El menú, como se diría hoy, merece un lugar en esta narración, porque esto forma la historia doméstica de que no se ocupa el que aspira a grave historiador. Auguramos, sin embargo, que más de un lector se chupará los labios por más parisiense que sea. Una sopa de pan espesa, adornada con rebanadas de huevo cocido, garbanzos y verde perejil, tornachiles rellenos de queso, lengua con aceitunas y alcaparras, asado de cabrito con menuda ensalada de lechuga, y para coronar la obra un plato de mole de guajolote por un lado y de mole verde por el otro, y en el centro una fuente de fríjoles gordos con sus rábanos, cabezas de cebolla rayadas, pedazos de chicharrón y aceitunas sevillanas.”

Fuentes: Gobierno de México, UNAM.

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