Médico. Director del Hospital de San Andrés. Secretario particular de Ignacio Comonfort. Diputado Federal. Combatió contra los franceses y acompañó a Benito Juárez hacia el norte. Filólogo e historiador. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
José María Marroqui nació en la ciudad de México, el 6 de febrero de 1824, y murió en la misma el 24 de abril de 1898. Tras realizar estudios en el Seminario Conciliar, en 1840 recibió el grado de bachiller de Filosofía en la Universidad.
Se mostró indeciso en escoger la carrera profesional, pues a poco de iniciarse formalmente para seguir la de Derecho, optó por inscribirse en la de Medicina, la cual concluyó en 1847.
En ese mismo año, al sobrevenir la invasión norteamericana, se filió entre los polkos, combatió al enemigo y prestó importantes servicios médicos.
Por cerca de diez años también los suministró al Hospital de San Andrés (fue inclusive director supernumerario) , pero al presentarse una crisis se le despidió agradeciéndole “su generosidad de servir gratuitamente y sin estipendio de ningún género”.
Fue regidor, y se le debe la reglamentación para el ejercicio de las “mujeres extraviadas”. Amigo muy allegado del general Comonfort, durante la presidencia de éste actuó como su secretario particular. Electo diputado al Congreso de la Unión en 1861, al año siguiente, en la batalla de Puebla, fue comandante del Cuerpo Médico Militar. Agregado a la comitiva del Presidente Juárez en el éxodo hacia el Norte, el doctor Marroqui radicó en Fresnillo, y por espacio de un año atendió a pacientes. De regreso en la capital, desempeñó funciones como juez del Registro Civil. De 1874 a 1878 fue cónsul de México en Barcelona; como los trastornos de aquí impedían la puntual llegada de los sueldos, hubo de emplearse como maestro de escuela para hacer frente a las necesidades.
Vuelto al país, se dedicó arduamente a las investigaciones históricas, en tanto desempeñaba las cátedras de lengua castellana y de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria. Como tenía pocos libros, las consultas las hacía en el vastísimo repositorio del bibliógrafo y canónigo don Vicente de P. Andrade.
Su obra más famosa es La ciudad de México, cuya elaboración le ocupó los últimos veinte años de su vida. Dice don Luis González Obregón: “Alternaba sus diarios paseos matutinos y vespertinos por la Calzada de la Reforma y la Alameda, su sitio predilecto, charlando con amigos bajo los árboles o en los billares del Hotel de Iturbide. (…) El resto de su tiempo lo consagraba a inquisiciones históricas, recorriendo, fatigado y sudoroso, casas y calles en busca de noticias, y sentándose, incómodo por su obesidad, ante las mesas de bibliotecas y archivos, para hojear uno a uno polvorientos manuscritos, de caracteres ininteligibles muchos de ellos.”
En 1896 obsequió esa obra a la Municipalidad, con la sola condición de que se le proporcionase una persona encargada de sacar copia en máquina del manuscrito. La tarea se prolongó hasta los últimos límites de su existencia, de suerte que el original se entregó al Cabildo el 22 de abril de 1898, dos días antes de la muerte del doctor Marroqui.
El autor estipuló en las últimas disposiciones se le sepultase en una fosa de tercera clase en el Panteón de Dolores, sin ponerle inscripción alguna. Contiene La ciudad de México un caudal de informaciones sobre costumbres, creencias populares, tradiciones, fiestas religiosas y civiles, cédulas, reales órdenes y otros documentos legislativos acerca de encomiendas y de la esclavitud de los negros o de los indios, según enumeró los temas González Obregón. Si bien la obra no muestra una estructura coherente, encierra monografías aisladas riquísimas en datos.
También escribió Marroqui algunos tratados didácticos, como Estudio sobre los verbos irregulares (1872); Epítome de la Gramática de la lengua castellana (1873, éste de mucho éxito aquí y en el extranjero, reimpreso en Barcelona en 1874, y en México en 1878); Prosodia y ortografía (1879) y Lecciones de ortología castellana (1883). Incursionó en el género novelesco con La Llorona, cuento histórico mexicano (1887). La ciudad de México consta de 3 volúmenes de 636, 652 y 744 páginas y se publicó en 1900.
Antonio Acevedo Escobedo
Semblanzas de Académicos. Ediciones del Centenario de la Academia Mexicana. México, 1975, pp. 164-166