(Homenaje sept. 21, 2021)
Palabras dirigidas por Juan Miguel Alcántara Soria, tras la bendición del busto del Obispo Samuel Ruiz García, que se ubica frente al Mercado Irapuato:
El 3 de noviembre de 1924, en la esquina de enfrente (hoy Casuarina, entonces Pino) nació y vivió su niñez quien sería Tatik. El primero de los cinco hijos de Lupe y Maclovio, Samuel, a los 13 años, de aquí se fue al Seminario de León. Luego estudió Teología, en la Universidad Gregoriana, en Roma. Allá ordenado sacerdote en 1949. Rector del Seminario diocesano de León, en 1954. En 1959, a los 35 años, Juan XXIII lo hace obispo -el más joven del país- y lo envía a San Cristóbal de las Casas (donde permaneció hasta 1999). El Papa lo convocó a Roma al Concilio Vaticano II, que con la Conferencia del episcopado en Medellín lo llevó a explicitar en 1979 su compromiso de “opción por los pobres”, dialogando religión católica y cosmovisión indígena; el sentido de lo divino de los pueblos originarios con la Biblia.
Como Bartolomé de Las Casas -obispo también en Chiapas, 500 años antes-, fue igual radical defensor de la dignidad y de los derechos de los pueblos indígenas, quienes le enseñaron a ser humilde: “A mirar no solo el Cielo, sino hacia abajo y hacia adentro”. Y reconoció: “Es urgente una conversión personal y un cambio profundo en la estructura de la sociedad, porque no se da una cosa sin la otra”. En 1989 fundó el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, afirmando: “Yo soy yo y mis circunstancias (orteguiano), yo soy yo y mis causas, que son las de ustedes (…) Así que no podemos limitar nuestra preocupación a los derechos individuales, sino colectivizar nuestra organización a niños, mujeres, presos…”.
Aprendió múltiples lenguas (latín, griego, hebreo, italiano, francés, alemán) y tzotzil, tzeltal, chol y tojolabal, para ser puente paciente en el escuchar. Mediador clave en los diálogos de paz después del levantamiento del zapatismo en enero de1994. Promovió una Iglesia incluyente, donde todos tienen un lugar, especialmente pobres y marginados. En febrero de 2016, a cinco años de su muerte: el Papa Francisco le llevó flores, y rezó en su tumba en la catedral de San Cristóbal de las Casas.
Siguen vigentes: su “llamado a la congruencia y al cambio personal; la paciencia y capacidad de escuchar al otro y la otra; la no violencia activa como alternativa para construir una sociedad donde quepan todas y todos; el no tener miedo y afrontar las consecuencias de las opciones que debemos de asumir. Y a mantener la esperanza en alto, a pesar de los pesares”. Honroso participar en concretar, aquí y ahora, el busto -obra de Laura Badillo-, para hacer memoria ¡de un irapuatense universal!