Captura de Juárez y su gabinete en Guadalajara

El 13 de marzo de 1858, en Guadalajara, el coronel Antonio Landa, que era el jefe del 5º batallón de línea y encargado de la guardia de honor presidencial, defecciona en favor de los conservadores y, por orden suya, el capitán Filomeno Bravo apresa al presidente Benito Juárez y sus ministros.

Ese día, al hacer el cambio de guardia y al grito de ¡Viva la religión!, Landa capturó a todo el gabinete presidencial, que se encontraba en el Palacio y a algunos empleados, siendo casi 80 personas que fueron conducidas al salón de sesiones del Congreso.

Al tiempo, fueron liberados alrededor de 500 presos de la cárcel anexa, individuos que se dedicaron a realizar toda clase de tropelías en el inmueble y fuera de él. Los leales al gobierno rodearon el Palacio y la lucha se generalizó. Mientras afuera se realizaban combates, dentro, el presidente Juárez y su gabinete era objeto de vejaciones. Antonio Landa, ante el temor de no poder sostener más la revuelta, pidió a Juárez que ordenara el cese al fuego, lo que éste no aceptó.

Landa vio cómo se había debilitado su prestigio personal y su autoridad entre sus compañeros sublevados. A las nueve del día 14, la corneta tocó a parlamento, cesó el fuego y se abrieron las conferencias en el templo de San Agustín para negociar la liberación de Juárez. Como no todos estaban enterados de la tregua, Miguel Cruz Aedo, que estaba parapetado en el convento de San Francisco, intentó tomar Palacio para liberar a los cautivos, por lo que este acto fue tomado como traición por parte de los rebeldes, quienes intentaron matar a los prisioneros.

Guillermo Prieto salva la vida de Juárez y sus acompañantes

El 14 de marzo de 1858, el teniente rebelde Filomeno Bravo, quien estaba a cargo de la custodia del presidente Juárez, se sintió traicionado por el ataque liberal y sin órdenes hizo tomar las armas a los soldados de la guardia bajo su mando, los formó frente a Juárez, que de pie apoyaba la mano en el picaporte de la puerta que conducía a otra pieza y dio la voz ¡al hombro! ¡presenten! ¡preparen! ¡apunten!

El presidente Juárez con aparente calma los encaró, pero el ministro de Hacienda, Guillermo Prieto se interpuso y cubriendo con su cuerpo al de Presidente, dirigió a los soldados las siguientes palabras:

“¡Alto, los valientes no asesinan!… sois unos valientes, los valientes no asesinan, sois mexicanos, éste es el representante de la ley y de la patria”.

Entonces, los soldados sin aguardar otra orden, ante la impactante oratoria de Prieto, paulatinamente echaron sus armas al hombro y se quedaron impasibles.

Fuentes:

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