Carlos II; la razón de su peculiar apariencia

Carlos II nace en Madrid, el seis de noviembre de 1661. Sus padres son Felipe IV y Mariana de Austria, que fue la segunda mujer del rey.

Felipe IV, muere en 1665, cuando Carlos II tenía solamente cuatro años. Su madre Mariana de Austria queda como Regente del Reino, en sustitución de su hijo, hasta que este alcance la mayoría de edad que sería en 1675.

De esta manera se narraba en la Gaceta de Madrid, el nacimiento de Carlos II. “un robusto varón, de hermosísimas facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes”.

Sin embargo, el embajador francés en la Corte de Madrid, comunicaba a Luis XIV, como era el recién nacido: ”El príncipe parece bastante débil; Muestra signos de degeneración; tiene flemas en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello supura; asusta de feo”.

Con el fin de que sobreviviera fue alimentado por catorce amas de cría distintas, que le amamantaron hasta los cuatro años y no siguieron por más tiempo, al ser considerado indecoroso para un monarca.

Carlos II no pudo sostenerse en pie hasta tener cumplidos los seis años. Padecía raquitismo pues no tenía vitamina D, el niño carecía de falta de luz solar ya que no se le sacaba al exterior ante el temor de que cogiera catarros que pusieran en peligro su vida.

Padecía epilepsia con dos etapas muy activas, durante la infancia y al final de su vida. Carlos II no aprendió a leer hasta la edad de diez años y nunca escribió correctamente. Padecía episodios de cólera desmesurada. Tenía la adicción alimentaria al chocolate.

Carlos II tuvo una educación muy pobre, pues su mala salud hizo pensar que moriría joven, por lo que se descuidó su educación y no se le preparó para las tareas de gobierno. Además sus preceptores fueron todos teólogos y no le dieron conocimientos sobre la política.

Tuvo siempre un carácter débil, irresoluto y voluble, en parte debido a su escasa confianza en sí mismo y en su propio criterio. Ello hace que tengan en él gran influencia los personajes fuertes de la Corte, así como las mujeres de su propia familia.

De carácter bondadoso y bienintencionado, siendo sus principales virtudes, la piedad, la religiosidad y la rectitud de conciencia.

¿Cuál fue la causa de su apariencia?

El genetista Francisco Ceballos recuerda un retrato al óleo de Carlos II con su característica mandíbula saliente, pintado por Juan Carreño de Miranda hacia 1680. “No es solo prognatismo mandibular. Carlos II tenía la nariz muy caída, los ojos muy caídos, los pómulos muy caídos. Tenía una deficiencia del maxilar y se le caía toda la cara”, señala el investigador.

Ceballos es uno de los 14 científicos que acaban de encontrar una relación directa entre esta deformidad facial típica de los Austrias y la endogamia que practicaron durante casi dos siglos.

Los padres de Carlos II, Felipe IV y Mariana de Austria, “eran tío y sobrina, pero con la consanguinidad acumulada a lo largo de las generaciones era como si fuesen hermanos, como un incesto”, explica Ceballos, de la Universidad de Witwatersrand, en Johanesburgo (Sudáfrica).

Carlos II, recuerda el genetista, fue la culminación de la diplomacia de los Austrias, resumida en esta frase en latín: Bella gerant alii, tu felix Austria nube (“Que otros hagan guerras. Tú, feliz Austria, cásate”). Su estrategia para dominar buena parte de Europa eran los matrimonios entre miembros emparentados de distintas familias reinantes, con sexo entre primos o incluso entre tíos y sobrinas.

Un equipo de 10 cirujanos maxilofaciales ha diagnosticado ahora el grado de deformidad facial de los Austrias gracias a 66 retratos de los monarcas, desde Felipe I (1478-1506) hasta Carlos II (1661-1700), que se conservan principalmente en el Museo del Prado y en el Museo de Historia del Arte de Viena.

Los investigadores han calculado el nivel de prognatismo mandibular y de deficiencia maxilar y han confirmado por primera vez lo que ya se sospechaba: “una asociación entre la deformidad facial y la endogamia”.

Ceballos y el genetista Gonzalo Álvarez, de la Universidad de Santiago de Compostela, llevan más de una década analizando a los Austrias. En 2009, señalaron a dos desórdenes genéticos, la deficiencia combinada de hormonas hipofisiarias y la acidosis tubular renal distal, como principales culpables de la pésima salud de Carlos II, incluyendo su infertilidad, que supuso la extinción de la dinastía.

Los científicos han estudiado un árbol genealógico de 6.000 miembros de 20 generaciones de los Habsburgo. Si Felipe I tenía un coeficiente de consanguinidad de 0,025, el de Carlos II era de 0,25, lo que significa que el 25% de sus genes estaban repetidos, al haber recibido la misma copia de su madre y de su padre.

¿Qué es el prognatismo mandibular?

El prognatismo o mandíbula prominente consiste en el desplazamiento hacia delante de la mandíbula inferior respecto al maxilar superior. Esto causa que el mentón de una persona con prognatismo (“prognato”, en la nomenclatura médica) se proyecte hacia delante y que su rostro muestre una marcada asimetría.

Pero el prognatismo mandibular constituye mucho más que un problema estético: un prognato suele tener problemas para cerrar correctamente la boca, y muchas personas que lo padecen tienen importantes dificultades para hablar, morder o masticar, además de experimentar un dolor crónico en la articulación de la mandíbula.

Fuentes: El País, nuevatribuna.es, Sanitas

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