Este martes 9 de octubre de 1990, en mi calidad de Gobernador Constitucional del Estado de Guanajuato, al igual que en los tres años anteriores, tengo el honor y la satisfacción de declarar inaugurado el Cuarto Coloquio Cervantino Internacional, punto de reunión de cervantistas prolíficos y receptivos, todos degustadores de la obra de Cervantes.
El Quijote, máximo logro de Miguel de Cervantes Saavedra, es, sin temor a equivocarme, un libro semejante a la Biblia en cuanto a su sabiduría, en cuyas páginas los hispano hablantes no dejamos de encontrar respuestas plenas de vigencia humana.
Rafael Corrales Ayala
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Gobernador Constitucional del Estado de Guanajuato
ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ nació en España en 1915 y estudió filosofía en la Universidad Central de Madrid. Debido a la guerra civil española se exilió a México en 1939. Fue docente en la Universidad Michoacana. En la UNAM (doctor en filosofía, 1966; profesor emérito) no sólo ha sido profesor, sino coordinador del Colegio de Filosofía y miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas (premio de investigación, 1985). Es doctor honoris causa por la Universidad de Puebla (1984). Ha escrito, entre otros: El pulso ardiendo (poesía, 1942), Las ideas estéticas de Marx (1965), Filosofía de la praxis (1967), Etica (1969), Rousseau en México (1969), Estética y marxismo (1970), Del socialismo cienti7ìco al socialismo utópico (1975), Ciencia y revolución: el marxismo de Althusser (1978), Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología (1983) y Ensayos marxistas sobre historia y política (1985). Es coautor de: Conciencia y autenticidad históricas (1968), Estructuralismo y marxismo (1970), La filosofía y Ias ciencias sociales (1976), ¡Exilio! (1977), Las revoluciones y Ia filosofía (1979) y Transparences. Philosophical essays in honor of J. Ferrater Mora (Nueva Jersey, 1981). Ha colaborado en distintas revistas, especializadas y de cultura general, mexicanas y del extranjero, entre las que pueden citarse: España Peregrina, Ultramar, Romance, Diorama de Ia Cultura, Cuadernos políticos, Thesis. Historia y Sociedad, El Machete, Universidad, Nexos, Dialéctica, Argumentos, Cathedra, Casa de Ias Américas de Cuba, Argumentos (España), Kulturni Radnile (Yugoslavia) y L ‘Homme et la Société (Francia). Del ruso tradujo los siete tomos de la Historia de Ia filosofía de M. A. Dynnik y ha escrito muchos prólogos. Ha sido incluido en la antología Poetas libres de Ia España peregrina en América (1947).
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LA UTOPIA DE DON QUIJOTE
I
A UNQUE TODA creación literaria hunde sus raíces en el suelo nutricio de la sociedad de su tiempo, muestra siempre la capacidad de dialogar con los lectores de otras sociedades y otros tiempos. Por ello, puede responder a sus preguntas en un interrogatorio inagotable. Pero las preguntas para que puedan ser contestadas, tienen que estar dirigidas a la obra misma. Es decir, a un objeto que, una vez producido adquiere una vida propia, y por ello sobrevive a —y se independiza de— la vida de su autor. En nuestro caso, Ia obra que ahora nos proponemos interrogar es Don Quijote de la Mancha. Y nuestra pregunta se dirige no a lo que su autor se propuso poner en ella, sino a lo que encontramos —como lector— en la obra. Distinguimos, por tanto, entre las ideas encarnadas, formadas en la obra, y las ideas que el autor pretendió encarnar o formar. O también: entre sus intenciones y propósitos—si es que tenemos acceso a ellos— y sus resultados.
La historia de la literatura nos ofrece ejemplos aleccionadores de obras cuyas ideas se encarnan en ellas « a pesar de» o «contra» las intenciones o propósitos de su autor. Baste citar, en este punto, los casos ejemplares de Balzac, Tolstoi y, entre nosotros, José Revueltas. Y ello incluso aunque el autor manifieste expresamente sus intenciones, como hace Cervantes al declarar en el párrafo final de Don Quijote que: «no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros
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