Cuauhtémoc, cuyo nombre significa “águila que desciende”, fue hijo del gobernante Ahuízotl. Nació entre 1495 y 1503.
El 9 de enero de 1521, inició el gobierno de Cuauhtémoc, el último emperador azteca. No hubo ceremonia alguna por encontrarse su pueblo en guerra con los conquistadores españoles.
Cuauhtémoc, un joven de apenas 25 años que impresionaba a todos por su “muy gentil disposición, así de cuerpo como de facciones”, pero sobre todo porque “era muy esforzado y se hizo temer de tal manera que todos los suyos temblaban de él”, según escribió Bernal Díaz del Castillo.
Hijo del tlatoani Ahuízotl octavo señor de México y de la princesa Tlillacapantzin, primogénita de Moquíhuix (último señor de Tlatelolco antes de la invasión española) y descendiente del Rey Poeta Nezahualcóyotl; a corta edad quedó huérfano de padre y la responsabilidad de su educación descanso en su madre Tlillacapantiz, quien también era hermana de Cuitláhuac y de Moctezuma Xocoyotzin, Cuauhtémoc al nacer en casa gobernante, fue educado en el calmécac, para ser guerrero.
Alrededor de 1515 recibió en la ciudad de Tlatelolco el cargo de Tlacatécatl, nombramiento militar equiparable al de general encargado de la ciudad del tianguis (mercado) más importante de toda Mesoamérica. Ante la llegada de los españoles se opuso desde un inicio a ellos, y apoyó a Cuitláhuac cuando éste —al ocupar el cargo de Huey tlatoani tras la muerte de Moctezuma Xocoyotzin— optó por combatir a los invasores. El joven Cuauhtémoc fue uno de los jefes militares más entusiastas y participó en la emblemática victoria que obtuvieron los mexicas cuando obligaron a Hernán Cortés y a sus tropas a huir de la capital con rumbo a Tlacopan, momento histórico conocido como el Día de la Noche Victoriosa. Cuando la viruela acabó con su tío en noviembre de 1520, Cuauhtémoc fue elegido su sucesor y fue así como dirigió el imperio azteca.
La falta de apoyo de otros pueblos del momento y los estragos que la viruela ya había realizado en parte de la población volvieron imposible evitar el sitio a Tenochtitlan. Cuando Cuauhtémoc y sus huestes perdieron la batalla naval para recuperar Xochimilco, contener la avanzada hispana fue imposible y Tenochtitlán fue asediada y sitiada durante 75 días, sin alimento ni bebida y la plaga de viruela y muertos en los ríos y calles. La intención de los españoles era acabar por hambre y sed con la población. Cuauhtémoc y los suyos debieron reunirse en Tlatelolco, donde el Consejo decidió optar por rendirse para evitar más sufrimiento y devastación. Esto sucedió el 13 de agosto de 1521.
Es hecho prisionero
Esta tortura es conocida como el Tormento de Cuauhtémoc.
Cortés, temeroso de que tal ejemplo cundiera, mantuvo al reo cerca de él. Finalmente, el 12 de octubre de 1524 salió con rumbo a Las Hibueras, hoy Honduras, para castigar al capitán Cristóbal de Olid, quien se había rebelado contra su autoridad. Llevó con él al ilustre prisionero, entre otros tlatoanis mexicas, pues temía que de dejarlos en México-Tenochtitlán organizarían un levantamiento.
Intereses poco claros en los documentos de los cronistas de la época (incluidos Los Papeles de Paxbolón-Maldonado y las Cartas de Relación de Cortés, entre otros) convencieron al conquistador de cuidarse de Cuauhtémoc, diciéndole que éste participaba en una conspiración para atacarlo. Se encontraban en la provincia de Acalán y, dejándose convencer, Hernán Cortés encerró por tres días a Cuauhtémoc, sin una sola explicación a él o a cualquiera de los soldados españoles presentes, para finalmente decapitarlo el día 28 de febrero de 1525, según unas fuentes, o el 25, según otras. Cómo lo ejecutó también es motivo de controversias, aunque a últimas fechas se cree que primero lo decapitó y luego colgó sus restos por los pies desde una ceiba. Si bien no se dejó testimonio escrito del lugar preciso, algunos arqueólogos consideran que pudo haber sido en Itzamkánac. Nunca se supo qué fue de los restos.
Fuentes: Gobierno de México, CNDH, National Geographic.