Don Ignacio Hidalgo

Sobrino, al parecer, del Cura y de Don Mariano, que había acompañado a sus tíos desde el principio de la revolución, pues con ellos vivía en Dolores, como era clérigo, fue enviado Durango, donde se le fusiló hasta un año y meses después, el 12 de julio de 1812, en compañía del padre Balleza y de otros eclesiásticos. Ninguna razón ni motivo hubo para ese fusilamiento, que fue una crueldad inútil de Bonavía, pues no consta que cometiese Don Ignacio ningún hecho delictuoso ni tuviese cargo alguno en la revolución; acompañaba a Don Miguel como lo acompañaban las señoras de su familia y de las de otros Generales.

Fuentes:

• Biografías de los Héroes y Caudillos de la Independencia. Tomo I y II. Alejandro Villaseñor y Villaseñor. Editorial Jus, S.A.

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