Don Juan Bautista Carrasco fue uno de los primeros que tomaron parte en la guerra y probablemente desde Dolores o San Miguel siguió al ejército independiente. Al poco tiempo en el ejército Insurgente, fue nombrado como Brigadier, distinción que recibió en Celaya. De esa Villa, fue despachado por Hidalgo a Acámbaro, para hacerse de recursos y de gente, incorporándose en Silao a los pocos días.
Estuvo Carrasco en Guanajuato y en Las Cruces mandando el número de hombres que le correspondía, y en esta última batalla se encontró a las inmediatas órdenes de Jiménez. Después de Aculco se dirigió a Guanajuato, en cuya defensa tomó parte y se retiró a Zacatecas con Allende; cuando esté jefe comisionó a Jiménez para que se dirigiese al Norte; le dio como subalternos a Carrasco, a Malo y a Mireles: “personas apreciables de buenos sentimientos”.
Carrasco cayó prisionero en Baján (el 21 de marzo de 1811) y se le llevó a Chihuahua, juzgando que su persona era de gran importancia, por el papel tan principal que había desempeñado en la campaña de Nuevo León.
Fue fusilado en la mañana del 10 de mayo de 1811, en compañía del Mariscal Camargo y de Marroquín: esas ejecuciones fueron el preludio de las numerosas que se hicieron en Chihuahua.