Francisco Toledo, un artista universal

El 17 de julio de 1940, en Juchitán, Oaxaca, nació Francisco Benjamín López Toledo, el cuarto de siete hijos de Francisco López Orozco y Florencia Toledo Nolasco. Fue un artista, promotor cultural, activista, filántropo y defensor de los derechos humanos y las lenguas indígenas. Murió el 5 de septiembre de 2019.

Lagartos, grillos, chapulines, armadillos, coyotes, peces, tortugas, iguanas, culebras, conejos y cocodrilos son los interlocutores de Francisco Toledo en su obra, la cual a través del pincel, la pluma y el lápiz los reinventa y vuelve míticos.

El pintor, grabador y ceramista señaló en entrevista a Angélica Abelleyra que los insectos son para él un interés formal. “Cuando uno dibuja, hace estilizaciones del ser humano, de los cuerpos y todo eso lleva hacia el insecto. Estamos hechos como ellos nada más hay que ver las patas y la cabeza, un mismo orden, estructura, la cercanía de la forma. Pero en realidad no sé muchas cosas de los insectos. No me he puesto a estudiarlos ni a coleccionarlos. Sucede simplemente que es una forma de vida que algunas veces me ha afectado”.

El artista, impredecible y polifacético, desempeñó varios oficios: pintor en diferentes técnicas, collage, encáustica, fresco, acuarela y gouache; cerámica; tapiz y modelado.

Formación

A los 11 años vivía en Oaxaca, donde cursó la secundaria y estudió grabado con Arturo García Bustos y Rina Lazo; a los 17 viajó a la Ciudad de México, pero el periodo de inscripciones en las escuelas de San Carlos y la Esmeralda habían cerrado, quedándole la opción de ingresar a la Escuela de Diseños y Artesanías, donde los pintores Castelar, Dosamantes y Silva Santamaría serían más que sus maestros.

Francisco Toledo se asumió pintor desde sus muy tempranos inicios, pero le interesaba dominar técnicas de grabado sobre linóleo, madera y metal, y de relieve como la litografía, que además de multiplicar la imagen, implicaran tal rigor, que sólo su total dominio permitiera el lujo de introducir el azar como una voluntad propia de la forma.

En 1960, con 20 años de edad, viajó a París para ingresar al taller de S.W Hayter. Allá conoció a Rufino Tamayo y Octavio Paz. Estableció estrecho contacto con los talleres de grabado Murlot y Bramsen & Clot. Permaneció ahí cinco años en los cuales frecuentó galerías y museos y diversificó su cultura plástica. Después viajó a Nueva York para exponer obra gráfica realizada en el taller de Kahlil. Luego en México, trabajó en el taller de Mario Reyes.

A su regreso a México, afirmó su necesidad de vincularse más orgánicamente a su primera cultura en viajes frecuentes a Juchitán y Oaxaca. Regresó con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con la influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall.

Francisco Toledo recuperó técnicas antiguas e investigó otras nuevas, tanto en la pintura como en la escultura y la cerámica. Diseñó tapices que realiza con los artesanos de Teotitlán del Valle.

Su trabajo fue cada vez más reconocido y valorado. Realizó exposiciones en galerías y museos, como la retrospectiva de 1980 en el Museo de Arte Moderno que reunió cerca de 500 piezas.

De Francisco Toledo se han observado dibujos y tintas reunidos en los Cuadernos del insomne, Cuadernos de la mierda y Cuadernos de los insectos; los (anti) homenajes a Benito Juárez en collage y mixtas sobre fósil; su manual de zoología fantástica en acuarela y gráfica; su insectario en tinta y acuarela; sus platos, vasijas y murales en cerámica, dando vida a cangrejos y tortugas; sus series gráficas sobre la muerte; autorretratos en fotografía, óleo al temple y xilografía; las bicicletas, máquinas de coser y escenas de lucha libre transportados al óleo sobre papel; los mapas y planos juchitecos en papel amate, papiro y acuarela; los animales hechos en caparazones de tortuga, hojas de coco, pistaches, huevos de avestruz y cera.

El pintor también ilustró diversos libros como: “Palabra”, 1971;”Toledo-Sahagún”, 1974, basado en “Historia de las cosas de la Nueva España”, de fray Bernandino de Sahagún; en 1975 realiza las ilustraciones humorísticas y fantásticas para “Chilam Balam”; en 1976, el libro sobre iguanas “Guchachi”; en 1981,”Trece maneras de mirar a un mirlo”, editados por la Galería Arvil. “Zoología fantástica”, de Jorge Luis Borges, libro editado por el Fondo de Cultura Económica. Los originales de este último fueron expuestos en Estados Unidos, América Latina, Europa y Oriente.

Labor social

Además de su obra plástica, Francisco Toledo es conocido por su labor altruista y compromiso social. Es observador, crítico y ecologista, su obra también hace una denuncia de la deforestación y la destrucción de la naturaleza.

Fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, promovió la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) inaugurado en 1992; del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y del Museo de los Pintores.

Impulsó la restauración del monasterio agustino donde funciona ahora el Centro Cultural Santo Domingo. Creó en Etla, cerca de la ciudad de Oaxaca, un taller de papel de materiales orgánicos que da trabajo a la población, y rescató parte de una factoría de hilados.

Impulsó el mundo cultural y las posibilidades artísticas de los invidentes con bibliotecas, exposiciones palpables o escuelas de arte y fotografía. Fundó el Patronato para la Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca, A.C (Pro-Oax).

Premios y reconocimientos:

Francisco Toledo recibió numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Bellas Artes, en 1998; el Premio Príncipe Claus en 2000; el Premio Anual Federico Sescosse de la Unesco en 2003; el Premio Right Livelihood Award en 2005, conocido como el Nobel alternativo por su dedicación a la protección y mejora de la herencia, ambiente y vida de la comunidad de Oaxaca; y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) en 2007, por su labor en el mundo de las artes. En 2019 la revista Forbes lo consideró como uno de los artistas mexicanos más importantes.

Francisco Toledo falleció en su casa de Oaxaca el 5 de septiembre de 2019, a los 79 años, a causa de cáncer pulmonar que padeció durante los dos últimos años. Tres de los cinco hijos que tuvo en tres matrimonios han seguidos sus pasos artísticos en diversas disciplinas.

Fuentes: Gobierno de México, El País, Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, Oaxaca Mío.

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