Frena Apodaca avance de Mina

En un artículo de la Secretaría de Marina dice que “el Virrey Apodaca, una vez enterado de la llegada de Mina, comenzó a girar órdenes para impedir que el navarro avanzara hacia el interior del país. Al General Joaquín de Arredondo le encomendó el envío desde Veracruz de los buques armados existentes para combatir a Mina, entre los que se encontraba la fragata de guerra Sabina. A esta última embarcación, en la que venía el Mariscal de Campo Pascual Liñán, se le unieron las goletas Proserpina y Belona. Al llegar a Soto la Marina se verificó un enfrentamiento en el que la Elena Tooker huyó y fue perseguida en vano por la Belona y la Proserpina, se perdió la Cleopatra al ser cañoneada por Francisco de Beranger, Brigadier de la Real Armada, comandando a la Sabina. El Neptuno, por otro lado, quedó inutilizable al ser fuertemente afectado por el mismo mar.

El 24 de mayo Mina dejó Soto la Marina, dirigiendo a un grueso contingente para avanzar al interior de la Nueva España, a fin de entrar contacto con los liberales. Ya había noticias de que se acercaban las numerosas fuerzas realistas al mando de Arredondo, lo que hizo que algunos oficiales de la expedición –el Coronel Perry y el Mayor Gordon-, desistieran de la idea de combatir e intentaran huir hacia Matagorda. En el camino fueron interceptados y capturados por tropas españolas”.

El 3 de junio toma Valle del Maíz.

“Una vez que las milicias de Arredondo llegaron a Soto la Marina, el 11 de junio de 1817 realizaron un ataque al fuerte que se prolongó hasta el día 14 y al día siguiente la fuerzas insurgentes tuvieron que rendirse. Tras esta capitulación, Fray Servando Teresa de Mier, que también estaba en el fuerte, fue encarcelado y sometido a los más graves maltratos”.

El 7 de julio atacó la hacienda de Jaral, apoderándose de 300 mil pesos en barras de plata. Aun cuando algunos jefes insurgentes impugnaron que se hubiese dado a Mina el mando superior en todo el Bajío, siguió actuando, y se encontró con las tropas de D. Pedro Moreno.

Su propósito era contactar a insurgentes en el Bajío

En camino hacia el Bajío, Mina sostiene sus primeros combates en el Valle de San José, en San Luis Potosí, los días 9 y 14 de junio. Allí da ejemplo de guerrero y estratega.

Posteriormente el día 17 se encuentra con insurgentes a cargo de D. Cristóbal Nava y acuerdan tomar un rancho para alojarse.

Días después llegan al Fuerte del Sombrero:

Mina, con su Estado Mayor, una legión de extranjeros, entraron en el Fuerte en la madrugada del 24 de Junio. El grupo fue recibido con las más cordiales muestras de regocijo. La fuerza de Mina ascendía a doscientos sesenta y nueve hombres, entre ellos veinticinco heridos. Atrás habían quedado treinta días de marcha por los diversos rodeos que había tenido que hacer, recorriendo doscientas veinte leguas, atravesando tan gran distancia por un país ocupado por los realistas, casi siempre a la vista de éstos, en medio de las mayores privaciones, pues se había pasado dos y tres días sin raciones, y en una sola vez que se hizo más de una comida, ésta fue de carne de vaca, sin pan: en medio de tantas fatigas y escaseces, había ganado dos acciones reñidas, una de ellas contra una fuerza ocho veces mayor que la suya, y tomando un lugar fortificado: trabajos todos que la tropa sufrió con alegría, viendo que su jefe era el primero en tomar parte en ellos, poniéndose a su cabeza a la hora del peligro y animándola con sus palabras y ejemplo. Toda esta serie de sucesos había hecho subir la reputación de Mina al más alto punto, y sus soldados eran mirados como una casta de hombres extraordinaria.

Un oficial de la división pasó al fuerte del Sombrero, cuyo jefe, D. Pedro Moreno, mandó a Mina felicitaciones por su llegada. Le instó también para que se trasladase al fuerte y trasmitió la noticia a Junta insurgente, reunida en Jaujilla, que a su vez difundió por todas partes la nueva del suceso.

Fortalece su llegada y le da ánimos a la resistencia

Mina derrotó al comandante general de Guanajuato, quien no dispuso entonces sino de 200 hombres de la división y 130 de Moreno, más, un aparente refuerzo de 400 soldados de infantería, casi sin fusiles, y así y todo obtuvo magnifica victoria. Su triunfo fue de tal magnitud, que, a cambio sólo de ocho, muertos y nueve heridos suyos, quedaron 339 muertos y 220 prisioneros de los 700 realistas que habían venido al ataque Esto permitió a Mina volver al fuerte del Sombrero con dos piezas de artillería, 500 fusiles y gran acopio de municiones todo quitado: a los realistas. En Jaujilla, aquel hecho de armas se celebró con Te Deum, salvas, música, iluminación y fuegos artificiales.

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