Historia del Tío Sam

El Tío Sam histórico se llamaba Samuel Wilson y era un proveedor de carne que vivía en Troy, una ciudad del estado de Nueva York. En 1781, cuando la Guerra de Independencia de los Estados Unidos tocaba a su fin, se alistó en el Ejército Continental, aunque debido a su juventud – tenía 14 años entonces – no se le destinó al frente sino al cuidado del ganado. El ejército llevaba consigo animales para disponer de carne fresca, lo cual implicaba bastante trabajo: había que vigilarlos, construir cercados, vigilar que el enemigo no los envenenase, sacrificarlos y preparar la carne en raciones para los soldados.

Tras la guerra hizo una modesta fortuna en los negocios, dedicándose al negocio de la construcción y más tarde a la industria de la carne. Junto con su hermano mayor Ebeneezer pusieron en marcha un matadero situado a orillas del río Hudson, una ubicación ideal para embarcar la carne

En 1812 estalló una nueva guerra entre Estados Unidos y el Reino Unido, por la posesión de las colonias británicas en Canadá. Los hermanos Wilson se convirtieron en proveedores del ejército estadounidense, por mediación de un contratista llamado Elbert Anderson que se encargaba de suministrar toda la carne necesaria para el ejército en los estados de Nueva York y Nueva Jersey.

De acuerdo al historiador Iván Fernández Amil (@ivanfamil), Samuel falleció con 87 años el 31 de julio 1854, sin sospechar que su rostro representaría a su país.

Cada barril de carne que llegaba al frente para alimentar a los soldados tenía en su exterior las siglas E.A.-U.S., (Elbert Anderson – United States), provocando que una confusión fuese la artífice del personaje.

Resulta que algunos de los soldados originarios de la región de Nueva York conocían a Samuel y comenzaron a asociar las iniciales U.S., “United States”, a “Uncle Sam”, tal y como era conocido el carnicero por todos en su ciudad.

La confusión de siglas terminó convirtiendo al Tío Sam en un personaje popular, ya que se empezó a hablar sobre él en otros regimientos, provocando que, con el tiempo, comenzase a ser conocido en todo el país como el Tío Sam y como un prototipo del estadounidense modelo.


La imagen del Tío Sam

En sus inicios apareció representado de muchas maneras, especialmente en viñetas cómicas, y compartía protagonismo con otra figura similar llamada el Hermano Jonathan (Brother Jonathan). Con el tiempo sus roles se separaron: el Tío Sam pasó a representar al gobierno, mientras que el Hermano Jonathan simbolizaba al país en sí. Otro personaje era Columbia, una mujer con gorro frigio inspirada en el cuadro La Libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix: esta representaba al pueblo de los Estados Unidos y fue el modelo de la Estatua de la Libertad.

Fue el historietista político Thomas Nast quien, en las décadas de 1860 y 1870, fijó la imagen del Tío Sam como la conocemos: con su característica barba de chivo y un rostro parecido al de Abraham Lincoln. Su atuendo variaba entre una representación más civil – en la que destaca su sombrero de copa, aunque al inicio no estaba ribeteado con estrellas – y otra militar con uniforme de oficial. En ambas estaban presentes de algún modo los colores y símbolos de la bandera estadounidense: el rojo, azul y blanco, y las barras y estrellas.

Pero fue durante la Primera Guerra Mundial cuando surgió el famoso póster que fijaría definitivamente la imagen del Tío Sam. Fue diseñado por James Montgomery Flagg, un ilustrador e historietista político. En 1917 creó el póster para el Ejército de los Estados Unidos animando a la población a enrolarse para combatir, con el mensaje: “Te quiero A TI para el ejército de los EE.UU.” Flagg modificó el rostro del Tío Sam creado por Nast haciéndolo más duro y acentuando el parecido con Lincoln.

Lo cierto, en verdad, es que este póster era un plagio y se basaba en uno muy similar creado por el artista gráfico británico Alfred Leete en 1914. El póster original era un encargo del Secretariado de Estado británico para la Guerra y representaba a su entonces secretario, el oficial del ejército Lord Kitchener, en una pose y mensaje muy similar. La imagen tuvo una amplia difusión y fue representada en muchos medios, hasta el punto que la mujer del primer ministro – que al parecer no sentía mucha simpatía por Kitchener – dijo de él: “No es un gran hombre, pero es un gran póster”.

Fuentes: National Geographic. Iván Fernández Amil (@ivanfamil)

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