José Julio Rodríguez

“José Julio Rodríguez logró reinterpretar a los personajes de la época y así darle su toque tan característico y único con gran dominio de las formas, contrastes de luces y sombras, así como la firmeza de sus trazos, lo cual le valió para fundar la Academia de Artes Plásticas de Guanajuato”, Diputada María de la Luz Hernández Martínez, presidenta de la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología, y Cultura del Congreso del Estado de Guanajuato.

José Julio Rodríguez nació en San Miguel de Allende, Guanajuato, el 20 de diciembre de 1912.

 

Grabador, fotógrafo y escritor, se formó inicialmente en la Academia de Bellas Artes de Querétaro.

A partir de 1931, se dedicó a trabajar por su cuenta especializándose en el grabado en madera, también conocido como xilografía. En 1936, llegó a la Ciudad de México donde hizo amistad con el artista Francisco Díaz de León e ingresó como estudiante en la Escuela de Artes del libro.

Los años cuarenta fueron de bastante movimiento para Rodríguez, quien regresó a su estado natal para montar exposiciones, organizar la enseñanza en la Escuela de Bellas Artes y fundar la Academia de Artes Plásticas de Guanajuato en 1945, al tiempo que comenzó su labor como docente.

Los grabados de José Julio Rodríguez se distinguen por su gran dominio de las formas, el dramático manejo del contraste entre luz y oscuridad y la firmeza de sus líneas; por otro lado, su obra literaria es poco conocida: destacan Donde la vida es sueño (1966), libro dedicado a sus memorias en Querétaro, y el ensayo “La estética del grabado” publicado en los Anales de la Escuela Nacional del Libro en 1965.

Tanto su obra gráfica como literaria han merecido los elogios de destacados personajes, entre ellos el literato leonés Efrén Hernández (1904-1958), quien le dedicó un ensayo publicado en la revista América en 1948

Aunque la obra del grabador José Julio Rodríguez es muy breve, su calidad le da trascendencia en la historia del arte. La fuerza del paisaje guanajuatense y sus personajes tienen en él a un apasionado intérprete que supo apresar en sus miniaturas un complejo universo.

Sus alumnos lo recuerdan siempre con un libro en la mano, leyendo y sólo apartando la vista para atender alguna duda o petición de sus estudiantes. Se le consideró una persona introvertida e incluso misteriosa. No se sabía gran cosa sobre su vida. Era callado, culto, austero al grado de considerar su entorno casi como un monasterio, en donde lo externo se dejaba de lado para concentrarse en el cultivo del espíritu mediante las artes.

El artista guanajuatense falleció en el año de 1981.

Fuentes: Artes del Libro, Secretaría de Cultura, Memórica. México, haz memoria.

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