José Ortega y Gasset

Al filósofo y escritor José Ortega y Gasset se le considera una de las personalidades que más ha influido en la vida cultural española de la primera mitad del siglo XX. Nace en Madrid el 9 de mayo de 1883. Estudia en el colegio jesuitas de Miraflores de El Palo, en Málaga, ciudad en la que obtiene el título de bachiller en 1897. En 1898 inicia sus estudios universitarios en el Internado de Estudios Superiores de Deusto, llevando materias de Derecho y Filosofía. Más tarde, Ortega traslada su expediente académico a la Universidad Central de Madrid, donde en 1902 obtiene el grado de licenciado en la Facultad de Filosofía y Letras. Dos años después se doctorará en la misma facultad con una memoria sobre Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda.

Amplía y perfecciona estudios en las universidades alemanas de Leipzig, Berlín y Marburgo, donde toma contacto con el idealismo neokantiano, sobre todo a través de Hermann Cohen y Paul Natorp. Tras su vuelta a Madrid, es nombrado profesor de Psicología, Lógica y Ética de la Escuela Superior de Magisterio de Madrid. En 1910 obtiene por oposición la cátedra de Metafísica de la Universidad de Madrid. Ese mismo año contrae matrimonio con Rosa Spottorno y Topete. En 1911 realiza un tercer viaje a Alemania, donde toma contacto con los aires frescos de la fenomenología de Edmund Husserl.

Con este bagaje formativo y cultural va a presentarse Ortega y Gasset en la vida pública española actuando desde numerosos frentes de acción. En este sentido, va a intervenir como profesor universitario desde su cátedra de Metafísica, inspirando una corriente de pensamiento filosófico que impulsó la llamada Escuela de Madrid. Asimismo, como intelectual y pensador, va a alumbrar una nueva filosofía y un nuevo método de conocimiento de la realidad conocido como «razón vital» y su dimensión para el conocimiento de la historia por medio de la «razón histórica».

Como escritor y periodista, publicando artículos en distintos periódicos de la época, caso de El Imparcial, El Sol, Crisol y Luz, donde polemiza con personalidades importantes del mundo de la cultura o de la política, caso de Miguel de Unamuno y su conocido debate por el proyecto de la europeización española, u otras figuras como Ramiro de Maeztu o Gabriel Maura. Desde esta faceta de articulista contribuye, por otra parte, a desacreditar el régimen de la Restauración o a la propia monarquía española con su famoso texto «El error Berenguer», de 1930.

Otro de sus frentes de actuación va a ser el político. En este sentido, va a ser el inspirador de la Liga de Educación Política en 1914 o la Agrupación al Servicio de la República en 1931, junto a Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala.

También va a intervenir en la fundación de revistas políticas y culturales: como Faro en 1908, Europa en 1909, España en 1915, o la excepcional Revista de Occidente en 1923; sin olvidar su faceta como editorialista, a través de la colección de la «Biblioteca de Ideas del Siglo XX» o la editorial de la Revista de Occidente.

Cubierta del libro «España invertebrada», de José Ortega y Gasset.Así, en Ortega, su sentido autobiográfico, concretamente su vocación personal y la obsesión del problema de España, le lleva a proyectar una reforma moral, intelectual e institucional para combatir y solucionar dicho problema.

De este modo, Ortega descubre a Europa y ésta será concebida como orientación a través de la fórmula de la europeización, lo que le permitirá adentrarse en el europeísmo, contribuyendo a impulsar la idea de Europa en la primera mitad del siglo XX, a través de sus postulados europeístas que abogarán por la unidad de Europa.

El pensamiento europeo de Ortega, pues, está compuesto de dos dimensiones diferentes y complementarias, europeización y europeísmo, que nacen de un tronco común, la circunstancia española, y se hallan distribuidas en tres momentos biográficos, intelectuales e históricos.

En un primer momento, el deseo de cambiar la realidad española le hará al joven Ortega abogar por el programa de la europeización, originario del regeneracionista Joaquín Costa, a través del idealismo neokantiano de Marburgo y la identificación entre Europa, ciencia y cultura germánica. Su contribución se condensa en su célebre proclama en un discurso pronunciado en la Sociedad liberal de El Sitio en Bilbao el 12 de marzo de 1910, donde para Ortega «España era el problema y Europa la solución».

A partir de estas bases de la primera hora, se producirá un pequeño viraje tras el cual para Ortega europeizar ya no es importar cultura alemana y se verá en la necesidad de crear una cultura española a través de esa ciencia europea. Pero en 1914 sobreviene la guerra entre europeos, que después se convertiría en mundial. El modelo ya no sirve, pues Europa ya no puede ser orientación, ni solución para el problema español.

En un segundo momento, el problema es Europa, convirtiéndose en una verdadera obsesión para Ortega durante toda la década de los años veinte. Su meta fue elaborar una teoría que explicase la crisis por la que atravesaba la Europa de la primera posguerra y lanzar una propuesta de solución para sus problemas.

Las bases fueron sentadas en su libro España invertebrada de 1921, al que tenemos que añadir su «Prólogo» a la segunda edición del mismo libro, un año más tarde. Su continuación la encontramos, sobre todo, en textos como Las Atlántidas (1924), su artículo «Sobre una encuesta interrumpida» (1927) o sus reflexiones sobre Mirabeau o el político (1927). Llegando a su plenitud con la publicación de su libro La rebelión de las masas en 1930, y sus añadidos «Prólogo para franceses» de 1937 y «Epílogo para ingleses» de un año más tarde. Esta obra marcó la apuesta definitiva de Ortega por el europeísmo integrador, situándole entre los pioneros del ideal europeísta de la época de entreguerras.

En estos textos encontramos las líneas maestras que iban a componer la definitiva teoría de la crisis europea y su solución al respecto. Negando que Europa esté en decadencia, Ortega advierte una falta de deseo en el europeo, lo que se tradujo en un diagnóstico definitivo de desmoralización para la crisis de Europa. Por otro lado, proclama la existencia de una sociedad europea histórica, fruto de una convivencia común y continuada, anterior a las mismas naciones europeas, a la par que señala las insuficiencias del modelo de organización basado en los Estados-nación. De este modo, reclamando imaginación y capacidad de invención política e institucional, se propone una previa edificación de una nueva moral y nueva cultura, y con ella un nuevo proyecto de vida y un nuevo programa de acción, lo que le hizo abrazar la idea de un europeísmo integrador y desembocar en la petición de unos «Estados Unidos de Europa», transformando el problema de Europa en una posibilidad.

La guerra civil española (1936-1939) corta de raíz todo este manantial de acciones culturales, intelectuales, políticas, periodísticas y educativas, llevando al exilio a Ortega. Francia, Holanda, Argentina y Portugal son los países donde reside entre 1936 y 1945, en medio del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Con todo, su europeísmo se mantuvo intacto durante estos duros años, tal y como confirma lo señalado en el prólogo que realizó en 1941 al libro de Johannes Haller, Las épocas de la historia alemana, mostrando de nuevo una férrea y firme fidelidad a Europa.

Esto provoca que tras el final de la Segunda Guerra Mundial sus afanes europeístas resurgieran con más fuerza e ímpetu. Se trata de su tercer momento, en el que recupera la solución a la que ha llegado en su mensaje europeísta de entreguerras, hasta llegar a concebir la unidad de Europa como una probabilidad.

 En este sentido, su conferencia De Europa meditatio quaedam, dictada un 7 de septiembre de 1949 en la Universidad Libre de Berlín, marca un hito fundamental dentro de la reactivación del ideal europeísta que se produce tras 1945, y puede ser considerado como un impulso fundamental que llevará al inicio del proceso de integración europea, unos años después. Es indudable el significado histórico donde pronunció su conferencia, el Berlín dividido de 1949, en medio de una Alemania y Europa también dividida, donde ya es patente el comienzo de la llamada Guerra Fría y la polarización de bloques. Destacando, por otro lado, la trascendencia que portan las ideas sobre Europa de la conferencia señalada: el llamamiento a la reconstitución de la nación alemana dentro del contexto europeo, impulso de la llama europeísta y petición de una integración para Europa.

En esta etapa, Ortega pasa cortas temporadas en España, combinándolas con un tremendo impulso de su dimensión intelectual a nivel internacional. En 1948 funda en Madrid, y en colaboración con Julián Marías, el Instituto de Humanidades, que funciona como institución privada con creciente éxito durante dos años. A partir de 1949 y hasta su muerte, acaecida en Madrid el 18 de octubre de 1955, Ortega inicia una cosecha de prestigio intelectual dictando conferencias en distintos países de la Europa occidental, así como en los Estados Unidos, además de ser nombrado doctor honoris causa en 1951 y 1954 por la universidades de Marburgo y Glasgow, respectivamente.

En los distintos textos o en manuscritos preparados para dictar estas conferencias es donde encontramos los últimos latidos del europeísmo orteguiano, en medio de los primeros pasos del proceso de construcción europea a través de su primera instituciones comunitaria: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), creada en virtud del Tratado de París de 19 de abril de 1951, y puesta en funcionamiento al año siguiente. En ellos, y a pesar de considerar distintos frenos y obstáculos consecuencia del mundo salido del final de la Segunda Guerra Mundial, sigue impulsando la necesidad de avanzar hacia la unidad europea, pronunciándose sobre la necesidad primera de avanzar a través de los sectores económicos. Y lo hacía con la autoridad que le otorgada ser, como él mismo se denominó, el decano de la idea de Europa.

 

Biografía tomada ce la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

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