El 30 de junio de 1520, Hernán Cortés sufrió una gran derrota a manos de los Mexicas:
Antes de la medianoche, entre la neblina y la llovizna, los españoles intentaron salir en silencio, estaban a punto de llegar a la orilla del lago cuando fueron descubiertos por los Mexicas. Esa noche Cortés sufrió una gran derrota que retrasó por meses la conquista.
Los españoles llevaban varios días cercados en el palacio de Axayácatl y ya casi no tenían alimentos, por lo que Cortés decidió huir hacia Tlacopan, a la media noche y con el menor sigilo, sin embargo, fueron descubiertos y rodeados por miles de guerreros Mexicas que los atacaron desde canoas, la retaguardia y algunos más desde azoteas. Hombres y caballos morían acribillados otros ahogados al caer al lago, arrastrados por el peso de sus propias armaduras y de los cargamentos de oro y plata que transportaban.
El saldo fue cuantioso: además de los españoles, murieron cientos de sus aliados tlaxcaltecas.
Cortés perdió esa noche la mayor parte de su ejército por lo que al ver pasar los restos de sus tropas lloró de dolor al pie de un viejo ahuehuete al saberse vencido por los mexicas. Lo que popularmente es conocido como “La Noche Triste“.
Antecedentes:
El conquistador español había llegado a Tenochtitlán el 8 de noviembre de 1519, donde el emperador Moctezuma Xocoyotzin lo había recibido como huésped de honor. Poco tiempo pasó antes de que Cortés mostrara sus verdaderas intenciones: usando como pretexto la muerte de unos soldados españoles en la zona totonaca, Veracruz, hizo prisionero al emperador mexica y lo trasladó al Palacio de Axayácatl, donde se le había dado alojamiento con sus tropas.
El 20 de mayo de 1520, Hernán Cortés se vio obligado a dejar Tenochtitlán bajo las órdenes de su capitán Pedro de Alvarado: para descubrir nuevas tierras había dejado Cuba sin permiso del gobernador, y éste había mandado a Pánfilo de Narváez en su búsqueda. Debía enfrentarlo para defenderse.
Durante su ausencia, la nobleza mexica solicitó a Alvarado permiso para realizar la fiesta en honor a Tozcatl, el renacimiento del dios principal: Tezcatlipoca. El ritual asustó al soldado castellano, quien decidió terminar el festejo a golpe de espada y lanza. Esa acción pasó a la historia como Matanza del templo mayor, y desencadenó la cólera de los tenochcas. La crueldad de Alvarado levantó la rebelión: a los españoles sólo les quedó refugiarse en el palacio donde se hospedaba.
Cuando Hernán Cortés regresó triunfante al haber derrotado a Narváez, el 24 de junio, la sublevación lo sorprendió. Desesperado ante el ataque de los indígenas decidió, primero, liberar al joven príncipe Cuitláhuac bajo la condición de que frenara el levantamiento. Cuitláhuac se unió a su gente. Entonces, Cortés intentó que Moctezuma calmara a su pueblo. Muchas historias giran en torno a esto, pero el hecho es que ese día el emperador fue asesinado. Se dice que al subir a la azotea resultó herido de una pedrada por sus propios súbditos, ya que lo consideraron traidor.
Lo mejor era abandonar la ciudad, y los españoles planearon su retirada. Hernán Cortés supuso que los mexicas darían más importancia a los funerales de su emperador que a la huida de las huestes, y entregó el cuerpo de Moctezuma a su pueblo.
El 30 de junio, mientras los mexicas sepultaban a Moctezuma Xocoyotzin y designaban a Cuitláhuac como su sucesor, Cortés preparó su salida por la Calzada del Tepeyac. Sin embargo, esta no fue inmediata, y los mexicas lanzaran un nuevo ataque.
Fuentes: Gaceta UNAM, Gobierno de México, CNDH.