Desafió las convenciones y se convirtió en una científica de referencia en el campo de la biodiversidad marina. En una época en la que las mujeres no podían usar traje de baño, recorrió las costas de México y fue recolectando ejemplares de erizos, estrellas y pepinos de mar vistiendo pantalones.
Un 18 de diciembre de 1915 nació María Elena Caso Muñiz, la mujer que abrió camino en el estudio de la biodiversidad marina de México.
María Elena se formó en la Facultad de Ciencias de la UNAM cuando la Biología Marina estaba en sus inicios como ciencia. Quienes la conocieron, o han seguido su legado, la recuerdan como un ejemplo de entrega a su vocación científica.
Se dedicó por más de 50 años al estudio de los equinodermos, los animales marinos de piel con espinas como los erizos, ofiuras, pepinos, lirios y estrellas de mar.
Hija de Don Antonio Caso y Josefina Muñoz. Un suceso clave en la vida de María Elena fue el encuentro con el español Enrique Rioja Lobianco, una de las figuras más destacadas del estudio de los organismos marinos, quien llegó a México en 1939 exiliado durante la Guerra Civil en su país.
Ella todavía pensaba en su tema de tesis cuando él le propuso trabajar con equinodermos y aquí arranca la historia de sus inolvidables aportes a la ciencia.
En 1939, junto con el doctor Rioja creó el Laboratorio de Hidrobiología, el cual se convirtió en el Departamento de Ciencias del Mar y Limnología del Instituto de Biología, semilla de lo que más adelante sería el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
Los equinodermos solo habitan en los mares. Imagina a la doctora María Elena Caso trasladándose de la Ciudad de México hasta llegar a la costa de Baja California o a Mazatlán, adentrándose al mar en lancha para recolectarlos. Ella nunca buceó, pues en aquella época no se habían inventado los tanques de buceo, ni la UNAM contaba con sus buques de investigación oceanográfica.
Pero, ¿qué son los equinodermos?
Los equinodermos, del griego “piel de púas” son un grupo fascinante de especies marinas. Están integrados por cinco grandes grupos: pepinos de mar, erizos de mar, lirios de mar, las ofiuras y las conocidas estrellas de mar. Este último grupo tiene casi 190 especies en México, 10% del total del mundo. Las estrellas pueden vivir desde la zona intermareal hasta profundidades mayores a 6,000 m. Aunque parecen animales muy pasivos, son grandes depredadores de invertebrados. Su capacidad de regeneración de brazos es impresionante. Algunas especies como la estrella de mar ocre han sido reconocidas como “especies clave”. Este concepto que ha cobrado mucha importancia en ecología, nació precisamente del estudio de las estrellas de mar y su interacción con el mejillón de California. Cuando las estrellas de mar disminuyen, los mejillones aumentan y cubren las zonas rocosas expulsando a muchas otras especies.
En 1961 obtuvo el grado de Doctora en Ciencias Biológicas en la Facultad de Ciencias, con la tesis doctoral Los equinodermos de México. Su obra representa una de las más importantes y completas que se conoce sobre este grupo de especies en el mundo.
Sus primeras investigaciones, con ayuda de su maestro Enrique Rioja, marcaron el estudio sistemático y ordenado de los equinodermos en México. De sus viajes de recolección de esta fauna marina, logró reunir un conjunto de especies que en 1991 dio origen a la Colección Nacional de Equinodermos, bajo resguardo en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, la cual lleva su nombre.
Una vez que la Universidad contó con buques de investigación oceanográfica, la doctora Caso participó en varias campañas. Sus colaboradores cercanos recuerdan que “ella siempre estaba presente en cubierta a las primeras horas de la madrugada para presenciar los primeros muestreos.”
María Elena se entregó totalmente a la ciencia; nunca contrajo matrimonio, ni tuvo hijos. Murió en 1991. Su alumno y colaborador cercano, el doctor Alfredo Laguarda Figueras, junto con el doctor Francisco A. Solís Marín, han continuado su labor de recolección, estudio y divulgación del valor de los equinodermos. El legado de María Elena Caso sigue vigente.
Murió el 6 de noviembre de 1991 a la edad de 76 años.
Fuente: UNAM, Museo Nocional de Ciencias Naturales, Biodiversidad Mexicana.