Los placeres sensitivos y los goces intelectuales se disputaban en la casa de Miguel Hidalgo, aunque no todo es sociabilidad para él, pues gusta de retraerse con frecuencia para poder dedicarse al estudio que le dio fama de sabio.
Entre los libros predilectos del Padre Hidalgo se encuentra el Teatro Critico Universal de fray Benito Jerónimo Feijoo, que es una vasta enciclopedia que combate errores, prejuicios y supersticiones de su época. Algunos de los pasajes de la obra son: «Mientras en el extranjero progresan la física, la historia natural, nosotros nos quebramos la cabeza y hundimos con gritos las aulas sobre si el ente es unívoco o análogo» y la frase que él repite es «Soy ciudadano libre de la república de las letras» y no menos interesante es la que dice: «Abrir de par en par las ventanas de la cultura española para que entre por ellas a torrentes la luz del extranjero».
Por las nuevas corrientes culturales y filosóficas de los más selectos humanistas como las del doctor Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, autor de la obra Elementa Recentioris Philosophiae, publicada en México en la casa del licenciado don José de Jáuregui, el año de 1774 y la de los padres jesuitas que fueron expulsados en 1767, como José Rafael Campoy, Baltasar Porteño, Dávila, Francisco Javier Alegre , Francisco Javier Clavijero y Agustín Castro; se colige que el señor Hidalgo forjó su espíritu con la lectura de estos autores y que lo llevaron a ser el más excelso paladín de la libertad, con amplio criterio humanista, en beneficio de las grandes masas desheredadas, creando una nueva estructuración social, política y económica.
El Padre Hidalgo no ha tenido hasta hoy opositor que le dispute el título de caudillo, conductor de muchedumbres en una conjunción espiritual por un solo anhelo: la libertad.
La obra de Hidalgo
Hidalgo, por el conocimiento que tenía sobre la Teología Escolástica, escribió en 1784 en latín y español, una Disertación sobre el verdadero modo de estudiar Teología Escolástica. El texto en español se conserva en la Universidad Michoacana de San Nicolás, pero el latino, se ha perdido.
Bastará citar algunos de sus conceptos vertidos en su Disertación y que dicen: “La Teología que estaba enteramente obscurecida y reducida a una Dialéctica contenciosa, ha comenzado a brillar nuevamente y a establecerse en el trono de donde tan injustamente la habían arrojado algunos ingenios, más amantes de la sutileza que de la verdad. En las más célebres Universidades del orbe se halla ya la Teología verdadera, en pacífica posesión”.
«Olvidadas ya aquellas escolásticas sutilezas, que sólo servían de pervertir el buen gusto y perder el tiempo, se ha introducido un nuevo modo de tratar las cuestiones, metódico, sí, pero con arreglo a las Sagradas Letras, a la Tradición y a la doctrina de los Padres, amenizándolas con la historia y adornándolas con todo género de erudiciones».
Haciendo una crítica formidable, de la obra Clypeus Theologiae Thomisticae de Juan Bautista Gonet, que era la obra de texto en el Colegio de San Nicolás, inserta en su Disertación: «Gastaría yo el tiempo inútilmente si me ocupara ahora en persuadir que se debe estudiar la Teología Escolástica. Estamos en una parte donde probar ésto sería lo mismo que llevar leños a la selva, así solo expondré el significado de este nombre Escolástica, y lo diré en qué sentido lo aprueban los hombres de juicio, y de qué modo puede ser útil a la iglesia»