Obregón: asesinato de un presidente reelecto

Seis disparos acabaron con la vida del presidente electo Álvaro Obregón mientras comía y observaba las caricaturas que su asesino, José de León Toral, había realizado minutos antes en el restaurante La Bombilla, de San Ángel, la tarde del 17 de julio de 1928.

La comida con diputados en funciones y electos con Obregón estaba planeada para la una de la tarde, el presidente electo llegó puntual al restaurante a bordo de un automóvil Cadillac y vistiendo un traje gris.

Sonaba la canción “Limoncito” mientras que De León Toral se acercó al general para enseñarle los dibujos que había realizado durante el convivio.

Con su mano derecha sacó la pistola, mientras que con la izquierda sostenía su cuaderno de dibujos. Ejecutó el primer disparo a cinco centímetros del caudillo. Luego fueron cuatro más en la espalda y otro en el muñón derecho. Eran las 14:20 horas y el caos reinó en el restaurante.

El conflicto religioso que derivó en la Guerra Cristera, iniciada apenas dos años antes, fue uno de los motivos para concretar el magnicidio, pues De León Toral era un católico radical que creía que acabando con la vida de Obregón la pacificación del país y la libertad religiosa se lograrían.

Procesos de los implicados

Durante los días siguientes al asesinato del reelecto presidente, Excélsior dio cuenta del proceso judicial que se realizó a José de León Toral, pues este diario estuvo presente en las audiencias y el juicio en el que finalmente se condenó a muerte al magnicida y se le relacionó con personajes del clero católico como la “Madre Conchita”.

Según el doctor Pablo Serrano, durante el juicio hubo muchos involucrados, exculpados, alegatos, amparos y testigos, y el escándalo en la opinión pública continuó durante el tiempo en que se celebraron las audiencias, sobre todo en el juicio popular, cuyo resultado fue la sentencia de pena de muerte para Toral y la pena por 20 años a la Madre Conchita.

El sábado 9 de febrero de 1929, José de León Toral fue ejecutado por un pelotón en la Penitenciaría de Lecumberri.

Precisamente, ocho meses antes había sido fusilado el padre Miguel Agustín Pro, sacerdote jesuita que fue acusado, sin pruebas, de participar y organizar el atentado con bomba perpetrado en contra del expresidente Álvaro Obregón, mientras éste se dirigía a la Plaza de Toros.

Obregón salió ileso del ataque a pesar de que el artefacto estalló en el interior de su vehículo. El confeso autor intelectual de este atentado fue el ingeniero Luis Segura Vilchis. Quien fue fusilado junto a Pro y otros acusados el 23 de noviembre de 1927.

Nota tomada del Periódico Excélsior.

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