Reconocida como la primera mujer que se desempeñó como enviada extraordinaria y ministra plenipotenciaria.
Palma Guillén Sánchez fue una maestra y diplomática mexicana que nació el 26 de marzo de 1898. Fue hija del tipógrafo Adalberto Guillén y Macaria Sánchez. No fue la única hija, ya que el matrimonio también tuvo tres hijos más: Antonio, María de Luz y Margarita.
Estudió en la Escuela Normal Primaria para Maestras y se matriculó como psicóloga en la Escuela Nacional de Altos Estudios (ENAE) de la Universidad Nacional de México. Allí se destacó como excelente alumna en las asignaturas de Ciencia y arte de la educación, Metodología de kindergarten, Ética y estética y Psicología general y especial.
Tras finalizar sus estudios en 1918, Palma Guillén se dedicó a ejercer su profesión de maestra. No obstante, hacia finales de 1920, su trayectoria tomó un giro inesperado cuando comenzó a colaborar con el rector de la Universidad de México, el licenciado José Vasconcelos. Este último la nombró representante en Europa con el objetivo de que investigara el funcionamiento de las bibliotecas populares en varios países y recabase información que contribuyera a combatir el analfabetismo en el país.
A finales de 1921, tras su regreso a México, Palma Guillén siguió trabajando con Vasconcelos en la recién creada Secretaría de Educación Pública (SEP). En ese periodo, Guillén se encargó de recibir y acompañar a la maestra y poeta chilena Gabriela Mistral durante su recorrido por algunos lugares del país para valorar las necesidades de la educación rural, labor que concluyó en julio de 1924.
Siendo colaboradora de José Vasconcelos y su fiel seguidora de su pensamiento, le ayudó en la instalación y organización de varios programas, como el de las llamadas Bibliotecas Ambulantes. Pero cuando Vasconcelos convocó a la escritora chilena Gabriela Mistral para que lo asistiera en la reforma educativa pensada desde la secretaría, Palma se convertiría en su asistente, pero también en una amiga inseparable, forjando una relación que perduraría hasta la muerte de la maestra chilena en 1957. Así, Palma no sólo la recibió y participó de los avatares que le plantearon vivir en México, sino que fue su guía y consejera. Juntas recorrieron la república mexicana y descubrieron las necesidades de los niños, el descuido del Estado y las enormes brechas que existían en cuestiones educativas y sociales.
Guillén reanudó entonces su trabajo como profesora. Sin embargo, fue interrumpido por varias comisiones de la SEP en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y algunos países europeos.
En 1926, la Asociación de Universitarias Mexicanas, bajo la dirección de Guadalupe Jiménez Posadas, le solicitó ser representante de México en la Conferencia Internacional de Mujeres Universitarias en la ciudad de Ámsterdam. Durante su participación, Guillén se encargó de enviar información sobre los temas discutidos.
Tras adquirir experiencia como representante del licenciado José Vasconcelos, de la Secretaría de Educación Pública y de la Asociación de Universitarias de México, la maestra Guillén se interesó por formar parte del Servicio Exterior Mexicano.
Palma también fue nombrada delegada permanente ante la Sociedad de las Naciones en Ginebra, en donde puso en alto el nombre de México al alzar la voz en favor de quienes luchaban contra el totalitarismo. Hizo reclamos cuando los fascistas italianos invadieron Etiopía y les recordó a las llamadas democracias europeas cómo abandonaron a su suerte a la República española ante la colaboración de Mussolini y Hitler con los golpistas encabezados por Francisco Franco. Palma Guillén fue un gran personaje de la cultura mexicana del siglo xx y por eso hoy la recordamos en el aniversario de su natalicio.
En esta nueva fase de su vida, en 1930, Guillén sostuvo una entrevista con Genaro Estrada, quien en ese entonces se desempeñaba como secretario de Relaciones Exteriores. Durante el encuentro ambos examinaron los requisitos necesarios para obtener trabajo en esa secretaría, pero el proceso no pudo concluirse debido a un compromiso previo de Guillén con la SEP, que consistía en representarla en el Instituto de Cinema Internacional en Roma.
Cuatro años después Palma recibió un mensaje de la Secretaría de Relaciones Exteriores que la comisionaba para asumir el puesto de enviada extraordinaria y ministra plenipotenciaria (EEMP) en Colombia, designada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas. Allí comenzó a ejercer sus funciones en el nuevo cargo a principios de 1935. Con este nombramiento el gobierno buscaba proyectar una imagen progresista y demostrar su apoyo a las mujeres mexicanas. No obstante, a pesar de este avance, el sufragio femenino no fue aprobado en ese momento, pues existía el temor de que las mujeres pudieran votar por un partido conservador, lo que generaba cierta reticencia hacia la idea de otorgarles ese derecho.
Su principal tarea era enviar mensualmente a la Secretaría de Relaciones Exteriores informes detallados sobre la situación política (tanto interna como externa), económica, social y cultural de Colombia. Estos informes estaban destinados a ser publicados en revistas y distribuidos en todas las embajadas en México.
Desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas, México y Colombia han mantenido una estrecha relación diplomática, basada en un pensamiento liberal caracterizado por la separación entre la Iglesia y el Estado, que el gobierno colombiano buscaba llevar a cabo. No obstante, surgieron discrepancias entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, las cuales fueron reportadas por la ministra Guillén y constituyeron la causa principal por la cual no pudo continuar con su cargo de embajadora. Antes de dejarlo, propuso al ministro de Educación de Colombia un proyecto en el que artesanos mexicanos enseñaran técnicas a sus homólogos colombianos para mejorar la calidad de sus piezas. La propuesta fue rechazada.
En enero de 1936, Guillén redactó una carta al secretario de Relaciones Exteriores, Eduardo Hay, en la que expresaba su gratitud hacia los intelectuales colombianos, además de destacar que la sociedad en general la trató con amabilidad y que no experimentó rechazo por ser la primera mujer latinoamericana en desempeñar un cargo tradicionalmente reservado para varones. A pesar del buen recibimiento que tuvo en Colombia, la ministra mexicana expresó su deseo de trabajar en otro país, particularmente europeo. Al comunicar esta aspiración, el secretario Hay le respondió que existía la posibilidad de que ocupara ese mismo año el cargo de enviada extraordinaria y ministra plenipotenciaria en Dinamarca, porque el embajador Gonzalo N. Santos había solicitado permiso para retirarse y regresar a México para trabajar por su candidatura a senador.
A diferencia de Colombia, la relación entre México y Dinamarca no había sido constante a lo largo de la historia de ambas naciones, y sus respectivas embajadas estuvieron ubicadas en diferentes lugares. Asimismo, el gobierno danés se caracterizaba por su organización monárquica y parlamentaria, además, existían partidos de masas, los cuales surgían principalmente de los sectores obrero y campesino, que eran los más relevantes en el país escandinavo.
Durante los primeros días de su estancia en Dinamarca, Palma Guillén concedió una entrevista al diario Ekstrabladet, donde expresó su opinión de que el sufragio femenino era una cuestión indiferente, porque consideraba que sus congéneres ya contaban con numerosas oportunidades para aportar a la sociedad. A pesar de esa declaración, de la barrera del idioma y la falta de comunicación entre México y Dinamarca, Guillén avanzó en la elaboración de sus informes –allí hizo saber de las dificultades que se le presentaban por el secretismo administrativo danés para entregar información oficial–, además de difundir cómo era México.
En abril de 1937 la enviada extraordinaria y ministra plenipotenciaria también participó en una conferencia sobre los acontecimientos en México, organizada por estudiantes universitarios de Copenhague. En ella expuso en francés los eventos relacionados con la revolución mexicana y el desarrollo del país desde 1920 hasta 1936. El público mostró un gran interés por todo lo que contaba y le hicieron diversas preguntas. La secretaría de Relaciones Exteriores la felicitaría luego por aquella exposición.
Al año siguiente, Palma Guillén dejaría en enero el cargo por una disposición de la SRE, que ella consideró razonable, de suprimir el puesto de ministro de México en Dinamarca.
Algo destacable de su paso por Copenhague fue la queja que hizo llegar al presidente Lázaro Cárdenas por la brecha salarial que se daba entre hombres y mujeres por el mismo puesto que ocupaban en el servicio diplomático. El reclamo encontró eco y logró que se igualara su ingreso como embajadora. Hubo un cambio en ella a partir de entonces. En una conferencia impartida en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1956, enfatizó la notable presencia de mujeres que han luchado por el bienestar de la nación mexicana, lo cual contrastaba con aquella opinión de inicios de la gestión sobre el sufragio femenino.
Fuentes: Memorica, Revista Bicentenario.
Fotografía: Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile.