Paco Ignacio Taibo II suele entregarnos un libro al año. Sus ritmos de trabajo y su capacidad de análisis hacen que a veces me avergüence de mi gremio, el de los historiadores profesionales: hay centros de investigación completos que no han producido lo que Taibo, ni en cantidad, ni en calidad ni, mucho menos, en impacto social.
Un año por libro… pero no en el caso de La gloria y el ensueño que forjó una patria. Aunque en la contraportada se dice que el libro es resultado de una década de exhaustiva investigación, no es así: sabemos que lleva un cuarto de siglo tomando notas y diseñando este libro, que vaya que nos urgía.
En efecto: de los tres grandes procesos de transformación social y política emprendidos en este país por las masas, por los de abajo, la revolución liberal era el más abandonado: ya van tres generaciones de historiadores que nos han permitido comprender la Revolución de 1910-1920. En los últimos 20 años, una treintena de estudiosos nos han explicado la revolución de Independencia. En cambio, el gran cataclismo político, social y militar de 1854 a 1867 no sólo no ha recibido una atención equivalente, sino que la mayor parte de los historiadores revisionistas se han dedicado a rescatar al imperio de Maximiliano. Por otro lado, la víctima favorita de los desmitificadores, es decir, los falsificadores de la historia, es Benito Juárez, en tanto que los personajes favoritos de su propaganda son Maximiliano y Carlota, Miramón y Concha (y Porfirio Díaz).
Hace 11 años, en Juárez: la rebelión interminable escribí que la mejor forma de acercarse a la revolución liberal seguía siendo el tomo V de México a través de los siglos. En 130 años no veía yo otro intento que ambicionara explicar el proceso de aquella revolución. Y aunque hay ensayos luminosos sobre aspectos particulares de la reforma, la intervención y el imperio, no hay una buena historia comprensiva reciente.
No la había: la vigorosa y apasionada pluma de Taibo II vuelve a poner en el centro del debate a los hombres de la Reforma. Porque el libro es en buena medida, una galería de retratos: no es accidente sino intención tocar a los hombres de la reforma, a muchos de ellos (y particularmente a los liberales rojos o puros)… hombres que, cuando se les conoce, encantan. Y el encanto de Paco se contagia de manera documentada y fundamentada.
Y también vuelve a poner en el centro el significado de aquella revolución que desde sus primeros balbuceos contiene una definición armada contra Santa Anna, una definición radical contra los conservadores, una definición antimperialista. Y que tiene dos grandes propósitos. Expliquemos el primero en palabras de sus protagonistas: La Reforma llamaba a juicio a todos los abusos, todas las grandes falsificaciones, todas las detestables mentiras; la Reforma despedazó todos los disfraces, el del fraile especulador con la conciencia, el del soldado especulador con el patriotismo, el del feroz encomendero que se llamó propietario y el ladrón del fisco (Guillermo Prieto). “Estos golpes que sufrí y que veía sufrir… a todos los desvalidos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases privilegiadas en consorcio con la autoridad… me demostraron que la sociedad jamás sería feliz con la existencia de aquellas… y me afirmaron en mi propósito de trabajar constantemente para destruir el por funesto de las clases privilegiadas, los fueros eclesiástico y militar” (Benito Juárez).
Del segundo propósito, que fue hacer de un país que no lo era, de un juguete de los imperios, una patria soberana, hablaremos ampliamente en un próximo artículo, cuando aparezca el tomo 2 de este libro fundamental, porque el que ahora presentamos termina justamente en vísperas del 5 de mayo de 1862. Baste decir que la generación liberal nació a la política bajo el peso de la derrota y la vergüenza de la guerra de 1846-1847 contra los gringos y estaba resuelta a construir un Estado soberano, una nación, donde no la había.
El libro es también un contraveneno contra la mentira. Pero eso lo advertirá todo aquel que lo lea sin prejuicios.
La mala noticia: sólo podemos leer de corrido hasta las vísperas del 5 de mayo: los dos tomos que siguen (y una narración que crece en intensidad, en ritmo, en tono heroico) aparecerán en julio y en septiembre, lo que permitirá a Taibo recorrer el país de la mano de este libro. Por lo pronto, lo acompañaré en León, Guanajuato, Irapuato y Celaya los días 7 y 8 de junio, como parte de una primera gira. Seguiremos informando de esta epopeya del pasado, de este tema del presente, de estas definiciones para el futuro.
Vía: La Jornada