Luego de más de tres décadas como gobernante de México, el general Porfirio Díaz se vio obligado a presentar su renuncia.
El 31 de mayo de 1911, seis meses después de haberse iniciado el movimiento armado, Díaz partió al exilio en Francia desde el puerto de Veracruz, en donde se le rindieron honores militares, para después abordar el vapor alemán Ypiranga. Una vez arriba del barco, Díaz pronunció las siguientes palabras:
Veracruzanos: Al abandonar este rincón querido del suelo mexicano, llevo la inmensa satisfacción de haber recibido hospitalidad en este noble pueblo y esto me satisface doblemente porque he sido su representante en el Congreso de la Unión. Al retirarme guardo este recuerdo en lo más íntimo de mi corazón y no se apartará de él mientras yo viva.
Al siguiente día, el 1° de junio de 1911, en la Ciudad de México se promulgó el decreto que convocó a las elecciones presidenciales.
Antecedentes:
La toma de Ciudad Juárez por parte de los revolucionarios dio origen a que se pactara la renuncia del general Porfirio Díaz como Presidente de la República, en los Tratados de Ciudad Juárez, que fueron firmados el 21 de mayo de 1911, en el edificio de la Aduana Fronteriza, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Los signatarios fueron Francisco S. Carvajal, representante del gobierno del General Díaz, así como Francisco I. Madero, Francisco Vázquez Gómez y José María Pino Suárez, como representantes del movimiento revolucionario.
El 25 de mayo de 1911, Porfirio Díaz presentó su renuncia al Congreso mientras una multitud amenazante rodeaba su casa.
Con la firma de los Tratados de Ciudad Juárez se suspendieron las hostilidades en toda la República, y se fijan condiciones de paz nacional. Se estipulaba que Porfirio Díaz y su vicepresidente Ramón Corral dimitirían a finales de mayo y el Secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, sería nombrado presidente interino hasta que pudieran llevarse a cabo elecciones.