Una vez terminado el proceso de Independencia de México, el país atravesó por una serie de inestabilidades políticas para la organización del nuevo gobierno que regiría a la nación. El primer intento por la implementación de un sistema de gobierno fue la Monarquía, estableciendo el Imperio Mexicano el cual fue encabezado por Agustín de Iturbide, hasta la instauración de la República Federal en 1823.
A la abdicación del Emperador Agustín de Iturbide, las provincias que constituían el amplio territorio mexicano, iniciaron una serie de movimientos para lograr su independencia del centro de la nación, lugar donde emanaban y estaban asentados los poderes que regían los destinos del país.
Iniciando estos movimientos, el General Antonio López de Santa Anna, tras resolver el motín de Casa Mata, emprendió una expedición armada hacia el interior del país, al llegar a San Luis Potosí, se declaró protector de los pueblos que pedían la Federación y la libertad. Tal protectorado encontró fuerte oposición, viéndose forzado a disolver parte de su fuerza y presentarse en México.
Exigen que se convoque a un nuevo Congreso
Poco después se sublevaron las provincias de Guanajuato, Morelia, San Luis, Zacatecas y Oaxaca, mismas que unidas entre sí, exigieron a la Asamblea Legislativa una nueva convocatoria del Congreso. Por su parte, las provincias de Texas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, pretendieron independizarse de México. En Guatemala, el General Vicente Filísola, al ser avisado de lo que ocurría en México, quiso obrar por su cuenta y publicó un decreto en el cual se convocaba a un Congreso para decidir qué es lo que sucedería con las provincias que se habían unido al Imperio. La mayoría votó por su absoluta independencia de México, constituyéndose una República Federal llamada Provincias Unidas de Centroamérica. No obstante, la provincia de Chiapas, por voto espontáneo, decidió permanecer unida a la República Mexicana.
Mientras tanto, Jalisco se declaró independiente, estallando asonadas con el mismo fin en Querétaro y Yucatán. En medio de tantas sublevaciones y rebeldías, la opinión que predominaba era la de formar un nuevo Congreso, el cual se convocó en mayo de 1823. El Congreso limitó sus funciones a procurar la organización de la hacienda pública, la de la administración de la justicia y del Ejército; sin embargo, pese a que ya se estaba trabajando sobre la nueva acta, continuaron surgiendo nuevos disturbios y sublevaciones.
Esto obligó a que el Congreso estableciera cuanto antes el sistema federal, proyecto que se expidió por decreto el 24 de enero de 1824 y fue aprobado el 31 de enero de ese mismo año, sentando las bases para la nueva Nación Mexicana.
Promulgación del acta
El 31 de enero de 1824, como una respuesta a los problemas políticos de organización y administración de la reciente nación mexicana se promulgó el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana por parte del Congreso Constituyente, este congreso estaba integrado por miembros con marcadas ideas federalistas.
Una vez concluidas las sesiones de debate, fue aprobada y promulgada asentando que el país adoptaba la forma de gobierno de una república, representativa, popular y federal, dejando sentado en ella la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, especificando las funciones de cada uno de estos, actividad que influyo en la conformación de la Carta Magna que sería promulgada el 4 de octubre del mismo año.
Fuentes: Gobierno de México, Sedena.