Nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de marzo de 1872, domingo de ramos, hijo de Refugio Barragán y Esteban Toscano, ambos profesores. Quedó huérfano a temprana edad por lo que con su madre y hermano Ricardo se mudó a Ciudad Guzmán (hoy Zapotlán el grande), donde los niños realizaron sus primeros estudios, los cuales continuaron en el Seminario Conciliar de San José, en Guadalajara. Posteriormente la familia se trasladó a la ciudad de México donde ingresaron a la Escuela Nacional Preparatoria y a la Escuela Nacional de Ingenieros, de la que Salvador egresó en 1897 como Ingeniero topógrafo e hidrógrafo.
Cuando tuvo conocimiento, gracias a la revista científica La Nature, del nuevo invento de los hermanos Lumière, se empeñó en conseguir un aparato que proyectaba y tomaba “vistas” y en octubre de 1897 abrió el Cinematógrafo Lumière en la calle de Plateros, hoy Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Ahí comenzó la proyección de las imágenes que él mismo tomaba, así como otras películas que adquiría de otros fotógrafos mexicanos e incluso algunas que importaba de Francia y de Estados Unidos, actividad que lo ocuparía en los años subsecuentes.
En 1900 emprendió un viaje a través de los Estados Unidos que financió vendiendo timbres de su colección y exhibiendo vistas en pueblos pequeños. Así llegó en septiembre a las Cataratas del Niágara, antes de embarcarse en Nueva York rumbo a París. Además de visitar la Exposición Universal, convivió con intelectuales de diversos países y entró en contacto con Georges Melier para tratar de asegurar que le enviara una dotación de películas. Todavía pasó algún tiempo en España y regresó a México después de haber ampliado su visión del mundo y dispuesto a innovar y diversificar las proyecciones cinematográficas.
Su profesión de ingeniero se conjuntó con la itinerancia de su cámara cinematográfica y así recorrió buena parte del país filmando y proyectando sus tomas en los lugares donde llegaba el ferrocarril y donde había luz. En 1906 realizó diversas exhibiciones en Guadalajara y tenía la intención de establecer un cine permanente, como lo haría en Atlixco asociado con su madre.
Finalmente el 4 de julio de 1907 se inauguró el Museo de diversiones Olimpia en Guadalajara, el cual tenía salón cinematográfico, ilusiones ópticas, máquinas para pesar, medir la fuerza, leer la buena ventura, obtener botones, letreros y tarjetas postales. También tenía estereoscopio o panorama, cantina y teatro de vaudeville. Con salones de exhibición y recorridos por el país transcurrieron los años hasta que se casó con Enedina Escobedo en 1909 y comenzó a formar una familia que se compondría de cuatro hijos.
Pero además de este giro importante en su vida, al año siguiente daría inicio el movimiento armado conocido como Revolución Mexicana, al que enfocó su cámara atrapando en celuloide imágenes de los distintos contendientes y sus acciones. El documentalista que había en él buscó filmar todos esos sucesos históricos para mostrarlos a sus contemporáneos y para conservarlos para la posteridad.
Documentó la Revolución Mexicana
“Su mérito principal es haber rescatado numerosísimas imágenes de la Revolución que de otra manera se hubieran perdido”, aseguró Aurelio de los Reyes, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
“La enorme contribución del ingeniero Toscano fue dotar de estructura a las imágenes de la Revolución Mexicana en sus antologías de hechos históricos, recopiló información cinematográfica de otros camarógrafos de esos años. Tomó películas a partir de 1897; los primeros años de la Revolución se apoyó en Antonio Ocañas, su camarógrafo. También reunió películas de los hermanos Alva, Jesús H. Abitia, Enrique Rosas y de casi todos los camarógrafos que captaron la Revolución”.
“Desde 1911 empezó a construir una antología de la Revolución Mexicana, conformé avanzó el hecho histórico el ingeniero fue recopilando información y construyendo su película. La primera versión de su Historia de la Revolución es de 1911, luego tiene otras ediciones que comprenden más sobre la Revolución hasta su última versión, en 1938, estrenada en la época de Cárdenas. Ya había cine sonoro; esta película no estuvo sonorizada, era muy larga, pero el ingeniero la explicaba de viva voz durante la proyección: tenía más de 30 rollos”, recordó el especialista.
Desde 1912 concibió la idea de hacer un largometraje titulado “Historia de la Revolución Mexicana, que tenía principio pero aún no terminaba, por lo que año con año se adicionaba con las imágenes más recientes y llegó a su última exhibición en 1936.
Salvador Toscano siguió pendiente de sus películas pero sobre todo dedicó sus últimos años al trabajo en la Dirección de Caminos hasta que falleció en la Ciudad de México, víctima de una larga enfermedad, el 14 de abril de 1947.
Fue a partir de esas imágenes capturadas por Salvador Toscano que su hija Carmen Toscano formó las “Memorias de un mexicano”, producida en 1950.
Fuentes: Fundación Toscano, UNAM.