Saturnino Herrán

Saturnino Efrén de Jesús Herrán Guinchard nació en la ciudad de Aguascalientes, el 9 de julio de 1887. Fue uno de los precursores del muralismo y artista renovador del arte nacionalista. Su obra se inspira en el México precolombino, en sus costumbres populares y en la gente del pueblo.

Su padre fue José Herrán y Bolado, poeta y dramaturgo originario de Zacatecas, se dedicó al comercio de libros y fue docente del Instituto de Ciencias de la entidad. La madre de Saturnino, Josefa Guinchard Medina, pertenecía a una familia de hacendados de origen francés que había alcanzados importantes puestos a nivel estatal.

Realizó sus primeros estudios en el Colegio de San Francisco Javier. En la preparatoria se relacionó, con los futuros intelectuales, Ramon López Velarde, Enrique Fernández Ledesma y Pedro de Alba.

En 1902, don José Herrán fue electo diputado suplente en el Congreso de la Unión, razón por la que se trasladó junto a su familia a la Ciudad de México. Un año más tarde José Herrán falleció.

Tomó clases en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde fue alumno de Julio Ruelas, Antonio Fabrés y Germán Gedovius, artistas que lo motivaron a crear arte. Antonio Fabrés, lo hizo parte de su grupo de estudiantes avanzados junto con el pintor Diego Rivera; Gedovius por otro lado le otorgó un premio al ganar un concurso cuyo tema era la flora y que Herrán representó con una mujer indígena que portaba flores.

En sus años de estudiante pinta Labor y la vende por 500 pesos a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Durante esta misma época, luego de trabajar con el arqueólogo Leopoldo Batres en la inspección de monumentos de Teotihuacán y observar los murales que descubrían, Herrán cambia su manera de hacer arte y de este modo sus trabajos posteriores se convierten en un reflejo del espíritu indígena a través de una técnica moderna única.

Pronto, Herrán se convirtió en profesor titular dibujo, cátedra que impartió durante toda su vida. La calidad que poseía le valió una beca para estudiar en Europa, la cual rechazó por motivos personales, sin embargo, leyó y se informó sobre los cambios del arte de su tiempo consultando revistas estadounidenses y europeas, de ahí que su obra posea similitudes con el pintor británico Frank Brangwyn y los españoles Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga.

Alfredo Ramos Martínez, quien fungía como director de la Antigua Academia de San Carlos, convocó a un concurso a profesores y alumnos para que presentaran un proyecto para el friso que decoraría el Teatro Nacional. Herrán dibujó en un pequeño cartón, una ofrenda de indígenas hacia un dios azteca. De ese cartón sugirieron Nuestros dioses, tríptico que quedaría inconcluso debido a la temprana muerte de Herrán ocurrida el 8 de octubre de 1918 a la edad de 31 años.

Algunas de sus obras son La tehuana, Bugambilias, El Quetzal, Nuestros dioses, Flechador, La criolla del mango o Adonis; en total, se habla de más de 200 obras del pintor. Su legado lo convirtió en uno de los nueve artistas patrimoniales de México, al lado de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo, José María Velasco y el Dr Atl.

Fuentes: México Desconocido, El País, Museo Blaisten.

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