La nueva Constitución Federal, promulgada el 5 de febrero de 1857, finalmente se juró en la ciudad de Guanajuato el 24 de marzo de ese año. Un día antes publicó el Gobierno un Bando Solemne y luego se promulgó y juró por los adeptos a ella u obligados, pues los burócratas que se negaron a hacerlo fueron cesados.
Además, como el clero citadino había negado su consentimiento para que durante la promulgación y juramento de la carta Magna se repicaran las campanas de los templos, conventos y colegios, la autoridad civil ordenó aplicar la fuerza y repicar, como se hizo. En consecuencia, el Gobierno desterró al cura del lugar, autor de los actos de repudio al nuevo ordenamiento máximo.
Los ánimos entre el clero católico y el gobierno liberal se habían venido caldeando, por lo que pronto se dieron una serie de represalias y castigos contra sacerdotes o católicos que violaban las leyes o exigían de los fieles el no jurarlas ni acatarlas.