Tlacaxipehualiztli: ¿cómo era el sacrificio mexica que coincidía con el inicio de la primavera?

Tlacaxipehualiztli era la fiesta consagrada al dios Xipe-Tótec, durante la segunda veintena del calendario mexica. Destinada a celebrar la renovación de la tierra y el maíz en los ciclos agrícolas, esta conmemoración coincidía con la llegada de la primavera.

En la actualidad la versión occidental de lo que se entiende como equinoccio de primavera es muy distinta al contexto prehispánico y específicamente al mexica. Pues durante la llegada de dicha estación, se conmemoraba al dios Xitle durante las celebraciones del Tlacaxipehualiztli.

La comprensión sobre muchas prácticas prehispánicas han sido vistas con un sesgo occidental, el cual podría limitar la comprensión de estas culturas mesoamericanas. Tal podría ser el caso de celebración de Tlacaxipehualiztli, el cual de acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), coincidía con el equinoccio de primavera.

¿Qué es Tlacaxipehualiztli?

Durante el Tlacaxipehualiztli, los mexicas conmemoraban sus victorias militares con una fiesta que duraba 20 días, el INAH detalla que en la liturgia mexica, dicha celebración estaba “vinculada simbólicamente con la creación mítica del Quinto Sol”.

De acuerdo con el Instituto de Investigaciones de Investigaciones Históricas de la UNAM, durante la veintena de Tlacaxipehualiztli, el guerrero llevaba el cuerpo desollado de su cautivo a su barrio, donde sus familiares conmemoraban dicha celebración preparando un potzolli (que hoy conocemos como pozole) con la carne de los restos del prisionero de guerra, acompañado por caldo y maíz.

De acuerdo con la arqueóloga mexicana Rosalba Delgadillo Torres, Tlacaxipehualiztli, se traduce del nahuatl al español como “renovación de la tierra”, es decir, primavera. Periodo en el que se conmemoraba al dios Xipo Totec, que se traduce al español como “Nuestro señor el desollado”.

No obstante, de acuerdo con el INAH, Tlacaxipehualiztli se traduce como “ponerse la piel del desollado”. Lo que es una certeza es que durante esta veintena se sacrificaban a prisioneros de los mexicas en honor a Xipe Totec, dios protector de los orfebres.

¿Quién era Xipe-Tótec?

Xipe-Tótec era una deidad antiquísima, presente entre la mayor parte de los pueblos mesoamericanos. Su nombre está en lengua náhuatl. Está compuesto por las palabras xipew («pelar» o «quitar» la piel), to («nuestro») y tecutli («señor»), es decir, es «nuestro señor desollado». Se ha especulado que esta deidad se originó entre los yopes o entre los olmecas, a partir del dios VI. Ya durante el periodo Clásico (200 d.C.-900 d.C.) tuvo una clara presencia entre teotihuacanos y zapotecas. En el Posclásico (900 d.C.-1521 d.C.) estuvo presente con los mixtecos, los totonacas, huastecos y los pueblos nahuas, entre ellos, los toltecas y los mexicas.

Xipe-Tótec representaba el hálito masculino del Universo. Venía de la región de la juventud y de la aurora (el este), por lo que era también el maíz tierno. Él simbolizaba la renovación, el desprendimiento de lo que ya no es útil, la regeneración de la naturaleza y de lo humano, así como de la fertilidad de los suelos. Por todo ello, también era conocido como el Tezcatlipoca Rojo.

De acuerdo al mito del nacimiento del Quinto Sol (el Nahui Ollin, «Cuatro-movimiento»), Xipe-Tótec y Quetzalcóatl fueron los únicos que adivinaron que el nuevo astro rey saldría por el oriente. Tras el sacrificio de las deidades para hacer que se desplazara el Sol por los cielos, éste dispuso de los 400 mimixcoa, las estrellas del sur. Les ordenó que guerrearan y cazaran para ofrecerle esa sangre, a fin de alimentarlo con ella. Como no lo hicieron, en castigo mandó a otros cinco mimixcoa, quienes dieron muerte a sus hermanos y ofrendaron su sangre al Quinto Sol.

En Mexico-Tenochtitlan, el festejo dedicado a Xipe-Tótec era llamado tlacaxipehualiztli («el desollamiento de los hombres»). Era celebrado en la segunda veintena del año mexica, esto es, cerca del 18 de marzo al 6 de abril del calendario occidental. Esto coincidía con la llegada de la primavera y su equinoccio.

Para los tenochcas esta era una conmemoración muy importante. En ella se honraba a Xipe-Tótec a través de varios sacrificios humanos. Primero, para recordar su papel fundamental en la creación del Quinto Sol, sacrificaban varios prisioneros en rituales gladiatorios, rememorando así la muerte de los 400 mimixcoa. De esta manera, los mexicas se asimilaban a sí mismos como los nuevos herederos del deber de alimentar al Sol.

Por otro lado, este dios, al figurar como el protector y patrono de la regeneración del maíz, se le ofrendaban las mazorcas seleccionadas para utilizarse como semillas de la próxima siembra. Después se celebraban el sacrificio y desollamiento de varias personas. Los sacerdotes usaban sus pieles como trajes, ya que era la prenda que la deidad usaba en sus representaciones. Esto era un potente símbolo, ya que dicha acción representaba el deshoje de la mazorca y el desprendimiento de la piel de sus granos cuando se le cocía en agua con cal (el proceso para hacer nixtamal). Antes de ofrendar la sangre de los sacrificados, se prohibía en toda la capital mexica el uso de maíz nixtamalizado.

Tlahuicole, el otomí que sobrevivió al sacrificio mexica

De acuerdo con Delgadillo, en Tenochtitlan, el sacrificio se daba en una piedra labrada llamada “temalacatl”, la cual era una plataforma para el sacrificio gladiatorio que se usaba en celebraciones en honor a Xipe.

Dicha práctica consistía en amarrar a un prisionero guerrero capturado en enfrentamiento, el cual sólo podía usar papel y plumas, como armas. En cambio, los guerreros mexicas portaban escudos y espadas de obsidiana.

El resultado de tal escenario era obvio, no obstante. Delgadillo relata que Tlahuicole, un guerrero otomí, originario de Huamantla (Tlaxcala), habría sobrevivido a tal sacrificio, generando respeto y admiración entre los mexicas.

Fuentes: El Sol de México, México Desconocido.

Scroll to Top