Toma de la Alhóndiga de Granaditas

Como sabemos un 28 de septiembre de 1810, el sanmiguelense Juan José de los Reyes Amaro, El Pípila fue pieza clave para obtener el triunfo contra los realistas en la ciudad de Guanajuato.

Por la mañana del 28 de septiembre, llegaron los coroneles Mariano Abasolo e Ignacio Camargo, enviados por el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, a la trinchera de los realistas que estaba ubicada en la Alhóndiga de Granaditas, para pedir la rendición del Intendente Juan Antonio Riaño, ante la negación de la rendición por parte de los españoles, los insurgentes comenzaron el ataque al recinto.

El llamado a “El Pípila”

El cura Hidalgo, se dirigió a un hombre de clase del pueblo con estas palabras: “Pípila”… La patria necesita de tu valor… ¿Te atreverías a prender fuego a la puerta de la Alhóndiga?… ese hombre era Juan José de los Reyes Amaro, quien era nativo de San Miguel el Grande (hoy de Allende).

El sanmiguelense Juan José de los Reyes Martínez, “El Pípila”, prendió fuego a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas, y para protegerse de los proyectiles de los realistas se cubrió la espalda con una losa.

Este día se da la toma de la ciudad y de la Alhóndiga de Granaditas, donde se había refugiaron los extranjeros; con joyas, oro, plata y monedas. También habían almacenado granos desde días atrás. En la acción muere el Intendente Juan Antonio Riaño.

Triunfo en Batalla del Monte de las Cruces; destaca la participación de Allende con la caballería a su cargo

Se reorganiza el Ejército Insurgente

El 20 de octubre de 1810, las tropas insurgentes llegan a Acámbaro, Guanajuato. Se pasa revista al Ejército Insurgente, que ascendía a más de ochenta mil hombres, y se divide en regimientos de mil. A Hidalgo se le confirió el grado de Generalísimo. Asimismo el mando político supremo. Se extendieron los siguientes grados: a don Ignacio Allende y Unzaga, como capitán general; a don Juan   Aldama, Mariano Jiménez, don Mariano Balleza, como tenientes generales; a don Mariano Abasolo, los dos Martínez y Ocón, como mariscales de campo.

Días más tarde, el día 30 de octubre de ese año de 1810, en el Monte de las Cruces, en el hoy municipio de Ocoyoacac, Estado de México, se enfrentaron  fuerzas realistas al mando del brigadier Torcuato Trujillo, y el Ejército Insurgente, al mando de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende. A pesar de emplear artillería y tener conocimiento de combate, Trujillo se retiró derrotado del lugar. El triunfo completo fue para el Ejército Insurgente.

En esta batalla se destacó la labor de Ignacio Allende, por sus eficaces disposiciones y el cargo que hizo en la caballería. Esto abrió la puerta del movimiento insurgente para tomar la ciudad de México, sin embargo no se decidió tomar por temor a que las masas insurgentes se fueran sobre la población civil inocente. Hidalgo ordena no atacar la ciudad de México.

Después de este triunfo en la Batalla del Monte de las Cruces, el 1 de noviembre, el cura don Miguel Hidalgo, inesperadamente ordena regresar en contra de la decisión de Ignacio Allende, en tomar la plaza de México, con lo que se ahondan las diferencias entre los dos altos jefes de la insurgencia.

Batalla de Aculco

El 7 de noviembre se da la Batalla de Aculco: enfrentamiento militar entre fuerzas insurgentes al mando de los jefes Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, contra fuerzas realistas de Félix María Calleja, ocurrido en una loma inmediata al poblado de   Aculco, perteneciente a la intendencia de México y ubicado en el actual Estado de México. Los insurgentes fueron ampliamente superados durante el combate.

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