La ciudad de Yazd, en el desierto de Irán, fue durante mucho tiempo cuna del ingenio creativo. Los antiguos habitantes persas de la zona se valieron de una estructura arquitectónica que 2.000 años antes del descubrimiento de la electricidad, permitía refrescar los edificios.
La ciudad alberga antiguas maravillas de la ingeniería que incluyen una estructura de refrigeración subterránea llamada yakhchal, un sistema de riego subterráneo conocido como qanat; e incluso una red de mensajería llamada pirradazis que tiene 2.000 años más que el servicio postal estadounidense.
Entre estas antiguas tecnologías se encuentran también los badgi o “captadores de viento” o “atrapavientos”. Es común ver estas estructuras sobre los tejados de la ciudad. Son a menudo unas torres rectangulares, aunque también pueden ser circulares, cuadradas, octogonales o tener otras formas ornamentadas.
Se dice que Yazd tiene la mayor cantidad de atrapavientos del mundo, aunque es posible que se hubieran originado en el antiguo Egipto. Pero en Yazd pronto resultaron indispensables, volviendo habitable esa parte de la cálida y árida meseta iraní.
Como no requieren electricidad para funcionar, es una forma de enfriamiento rentable y ecológica.
¿Cómo funcionan?
Hay dos fuerzas principales que impulsan el aire a través de la estructura y hacia el interior del edificio: el viento entrante y el cambio en la flotabilidad del aire según la temperatura (el aire más cálido se sitúa encima del aire más frío y denso).
El aire accede por las aberturas del captador de viento y se canaliza hacia la vivienda, depositando arena o escombros al pie de la torre. Y fluye por el interior del edificio, a veces a través de depósitos de agua que lo enfrían aún más.
Ello hace que el aire caliente del interior se eleve y saldrá del edificio a través de la torre, ayudado por la presión dentro del edificio.
El diseño de la casa, la forma de la torre, su dirección, el número de aberturas, su configuración de palas internas fijas, canales y altura están finamente ajustados para mejorar su capacidad para llevar el viento a las viviendas.
La diferencia de temperatura entre el exterior y el interior de los edificios con este sistema milenario podía alcanzar los 16 grados centígrados.
Orígenes de los captadores de viento
El uso del aire para enfriar edificios se remonta a los tiempos en los que se empezaron a poblar los entornos desérticos. Algunas de las primeras tecnologías de captura de viento provienen del Egipto de hace 3.300 años, según los investigadores Chris Soelberg y Julie Rich, de la Universidad Estatal de Weber en Utah, Estados Unidos.
El sistema en aquel entonces lo constituían unos edificios con paredes gruesas, pocas ventanas que daban al sol, aberturas en el lado en el que solía pegar el viento y un respiradero de salida en el otro, conocido como malq af.
Aunque algunos aseguran que el lugar de nacimiento del captador de viento fue el propio Irán.
Dondequiera que se inventaran, se generalizaron en Medio Oriente y el norte de África.
Se pueden encontrar variantes de la tecnología en varios países, como los barjeel de Qatar y Bahrein, el malqaf de Egipto, el mungh de Pakistán, señala Fatemeh Jomehzadeh de la Universidad Tecnológica de Malasia.
Ciudad de Yazd, Patrimonio de la Humanidad
Es ampliamente considerado que la civilización persa alteró la estructura para que enfriara mejor, combinándolo por ejemplo con un sistema de riego.
Con el clima cálido estas estructuras pronto se volvieron populares en Yazd, que se llenó de altísimas torres ornamentadas.
Fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2017, en parte por la proliferación de captadores de viento.
Además de cumplir con el propósito funcional de enfriar las casas, las torres también tenían un fuerte significado cultural y se destacan tanto en el horizonte como el Templo del Fuego de Zoroastro y la Torre del Silencio.
El captador de viento de Dowlatabad, del que con sus 33 metros se dice es el más alto del mundo, es uno de los pocos que sigue funcionando. Ubicado sobre un edificio octogonal, tiene vistas a una fuente que se extiende más allá de las hileras de pinos.
Fuentes BBC, La Vanguardia, Xataka.