En la lógica de pluripartidismo en los poderes, de fechas conmemorativas entre hechos que cambiaron el rumbo de nación y del natalicio de esos hombres, de su muerte, se están generando espacios de tiempo para la medición de fuerzas entre los partidos políticos, donde cada fracción toma a sus héroes como la mejor bandera política no solamente para la definición de su discurso sino para emprender políticas públicas.
En Guanajuato amar al ex presidente Juárez es ir contra la reacción. Por eso, del 18 de enero al 21 de marzo, de la llega de Juárez a Guanajuato y la celebración de su natalicio, está marcado como un periodo de obligada reflexión política, de recuento histórico y de obligadas actividades culturales. Más aún, entre el pasado independentista y revolucionario, la figura de Juárez se abre paso entre el obligado recuento de nación.
Y, aunque el tema de Juárez parece ser privativo de los liberales, el tema de la Reforma, en el marco del Bicentenario de la Independencia Nacional y del Centenario de la Revolución Mexicana, es parte del programa editorial de la Comisión Organizadora.
En el caso de la figura del ex presidente Lázaro Cárdenas el Partido Acción Nacional acude a su figura y, desde un discurso llamado espíritu cardenista, tiene armada toda una estrategia para la reforma al sector energético y con ello posibilitar la inversión en Pemex, tema que parece compartir el líder histórico del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Por lo que se refiere a Emiliano Zapata y a Francisco Villa, sus figuras han sido adoptadas por la izquierda de masas en México. Desde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional hasta los panchos villas del Distrito Federal.
Entre estas disputas por los héroes, las figuras de Juárez y de Lázaro Cárdenas se realzan para aborda temas presentes como las pugnas por el poder entre el centro y la derecha, y la privatización del sector energético entre, en centro y la derecha, por un lado, contra la llamada izquierda mexicana.
Contextos histórico general
En 2010 se celebraron 200 años del inicio del movimiento autonomista, que culmina con la independencia de México, y 100 años del inicio de la Revolución Mexicana. Ambos hechos históricos tienen la cualidad de ser parte de la construcción de un país en constantes transformación. En el ínter, sin embargo, existe un proceso tan o más importante que ambos: la Reforma, impulsada por Benito Juárez.
La reflexión y celebración de los Centenarios son insuficientes sin la inclusión de este proceso histórico. La independencia de México representa el inicio de un nuevo país definido en sus dimensiones por el territorio heredado por la colonización española, pero tan disperso y complejo como la diversidad y belicosidad de los pueblos prehispánicos; la Revolución significa el inicio del largo camino hacia la democracia, mismo que aún no concluye (y, con la referencia de las elecciones de 2006, es evidente que falta muchísimo por recorrer).
La Reforma marcó un proceso de transformación de un país virtualmente feudal –con una economía controlada por un sistema explotador hacendario impuesto en complicidad con el clero- hacia un país industrializado en una primera etapa por el capital extranjero, durante el porfiriato- y en, una segunda etapa, por los gobiernos post revolucionarios.
México, como América Latina en general, llegó tarde al capitalismo y ahora paga la factura en su carácter de “economía emergente”, un tecnicismo utilizado para no decir que es un país subdesarrollado. Sin Juárez, el rezago histórico sería mayor.
Por: Mtro. Federico Velio Ortega Delgado.