Hidalgo como es bien sabido, se dedicó al estudio de libros de ciencias y artes.
En el proceso que se le abrió al Padre de la Patria en 1800 se le acusó de leer obras prohibidas por la Inquisición, entre las que se encontraban las de filósofos franceses, que difundían sus ideas y que eran las más avanzadas de su época; esto nos revela el pleno conocimiento que tenía de esas doctrinas y la influencia que en él produjeron; así como la inspiración que se formó, para el desarrollo de sus ideas políticas en favor de la Independencia.
El comisado de la Inquisición en Valladolid en su informe del 19 de julio de 1800, califica a Hidalgo de «Hombre doctísimo y de mucha extensión».
Las dos inclinaciones que siempre tuvo Hidalgo fueron: el amor a la lectura y el gusto por el trato social.
Continuamente leía
Hidalgo no solamente leía, sino que estudiaba, José Martín García Carrasquedo dice que «continuamente leía», pues hay gran diferencia entre leer y estudiar, así como la hay entre estudiar y saber. Hidalgo gustaba de estudiar obras de autores extranjeros y en el propio idioma de éstos; no era afecto a las traducciones y tampoco gustaba de hacer derroche de elocuencia hablando de autores griegos o latinos. García Carrasquedo fue un sacerdote, protegido, admirador y delator de Hidalgo, en su declaración ante el Tribunal de la Inquisición, del 21 de junio de 1811.
Lee y relee los más variados libros, así los nuevos que recibe, como los que ha tiempo guarda, sin faltarle las Gacetas de México llegadas en cada correo semanario. El acervo de su biblioteca viene a ser único entre las de todos los clérigos de Nueva España.
Entre los libros que leyó vemos figurar a varios clásicos grecolatinos, a los clásicos franceses, varios teólogos e historiadores franceses y algún otro.